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EH Jaietan | Iruñeko Sanferminak

Es San Fermín

Gloria Rekarte

En San Fermín, menos la ikurriña, vale casi todo. Casi. Otra cosa que no vale es politizar las fiestas. Politizar es reivindicar. Imponer no es politizar. Pero esa es otra historia. Es San Fermín y hay que divertirse como sale en las fotos. Divertirse sin trabas, a toda costa y a cualquier costo.

Por eso, en el momento en que esa marea blanca concentrada en la Plaza del Ayuntamiento se vuelve, con el aletear de miles de pañuelicos, roja, y el reloj de la fachada consistorial marca las doce en punto, entre goras y vivas, saltos, gritos, empujones y cava «del de tirar», la fiesta se abre paso tumbando barreras.

Claro que por diversión no todos entendemos lo mismo, por eso es de vital importancia saber que, para que naturales y foráneos gocemos de estas fiestas tan del mundo entero, es de ley ignorar todo aquello que cualquier otro día nos haría bramar de indignación.

Pobre del que quiera permanecer ajeno al hecho de que la diversión no atiende para nada a civismos, respetos o educaciones y pretenda afear conductas o repartir recomendaciones (-no puedes mear en el baño, tio guarro? -A que te meo en el ojo, imbécil, por qué tengo que ir al baño, es sanfermín, ¿no?).

San Fermín, que en estas cosas, ni pincha ni corta, el pobre. Que se conforma con el «viva» y el «gora» del txupinazo, la procesión, las flores de los más txikis y los seis cánticos acelerados de cada mañana antes del inicio del encierro (y ésos para pedirle que nos libre de todo cuerno), mientras que al dios Baco se le rinden toda clase de honores durante las veinticuatro horas del desenfrenado día sanferminero.

Nueve días con todas sus noches de ofrenda sin fin, como sale en las fotos. Y Baco, que es agradecido, reparte indulgencias y/o atenuantes. Según necesidades. Su larga mano llegó a los tribunales cuando un animal sin escrúpulos pero con pedigrí mató a Nagore.

Llega hasta las instituciones que callan ante las agresiones sexuales que, un año sí y otro también, sacuden Iruñea irremisiblemente. Hasta las conciencias que, adormecidas, reniegan de fastidios y jaleos. Es San Fermín y la mujer, un objeto más que romper por diversión. Y es la diversión sin barreras, «la fiesta», lo que recogen las artificiales fotos y lo que se cuelga en Youtube. No pasa nada. Es San Fermín.

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