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Negociación del techo de deuda de EEUU

Obama advierte de que el tiempo para lograr un acuerdo se termina

Según se acerca el 2 de agosto, fecha límite en la que EEUU puede entrar en suspensión de pagos, y teniendo en cuenta la falta de acuerdo entre demócratas y republicanos y la escasa voluntad que estos segundos están demostrando, ni siquiera la solemnidad con la que Obama recitó ayer un conciliador discurso al respecto logró tranquilizar a quienes, hasta hace bien poco, pensaban que todo tendría un final feliz, como en toda «buena película norteamericana».

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Iñaki SOTO

En plena resaca política por la incapacidad del presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el republicano John Boehner, para sacar adelante la propuesta de su partido para elevar el techo de la deuda y evitar así la suspensión de pagos, Barack Obama pronunció ayer un discurso televisado en el que intentó situarse por encima de la lucha entre los dos partidos, haciendo un llamamiento al acuerdo entre las partes y expresando su confianza en que «el sentido común y las cabezas más serenas prevalecerán».

Lo cierto es que si, como consecuencia de las presiones del ala más recalcitrante del Partido Republicano, representada por el Tea Party, los conservadores no han sido capaces ni siquiera de votar a favor de su propia propuesta -la suspensión de la votación prevista en la Cámara para el jueves indica que Boehner no tenía asegurados los 217 votos a favor necesarios, de un total de 435-, el discurso de Obama sonó poco menos que como un canto de sirena.

La de ayer era la tercera vez en esta semana que Obama hacía una declaración pública en favor del pacto bipartito y un llamamiento a que los ciudadanos presionasen a sus representantes para que logren dicho acuerdo, lo cual es una clara muestra de la premura y el nerviosismo que acecha a la Administración norteamericana. Lo cual parece lógico, puesto que un escenario de impagos por parte de EEUU suena catastrofista, pero cada vez es más plausible.

Argumentos repetidos

Con su habitual tono solemne, Obama apremió a los partidos a llegar a un acuerdo porque «el tiempo se termina». En opinión del presidente, ésta «no es una situación en la que las dos partes estén a millas de distancia», y planteó que «cualquier solución para evitar el default debe tener el apoyo de ambos partidos que fueron enviados aquí para representar al pueblo estadounidense». «No sólo de una facción», enfatizó.

No obstante, los demócratas del Senado y la propia Casa Blanca, órganos en los que ostentan el poder, ya habían advertido de que, en caso de que la propuesta Boehner saliese adelante, harían valer su opción de veto y no la aprobarían.

En realidad la cercanía entre posiciones a la que se refiere Obama se debe a que los demócratas han asumido un esquema de recortes en vez de defender un aumento de los ingresos vía impuestos. Es decir, un esquema que pone en solfa algunas de las políticas que Obama defendió como vitales en su campaña. Por ejemplo, Medicare, que en todos los planes previstos sufrirá duros recortes.

En este sentido, el corresponsal político de «The Nation», William Greider, criticaba ayer mismo lo «desconcertante de ver al presidente deslizarse tan fácilmente a pronunciar los argumentos económicos falaces de la derecha» y planteaba que, desgraciadamente, no cree que sea un movimiento táctico para lograr un acuerdo puntual, sino «una revelación de sus sinceras convicciones».

La idea de que podría tratarse de un movimiento táctico iba implícita en otra parte del discurso, en la que Obama planteaba que «el límite de la deuda no determina cuánto dinero podemos gastar, simplemente autoriza a pagar las deudas contraídas». Obama abría así las puertas a un compromiso formal para salir del paso, pero que pospondría los verdaderos debates. Los representantes más «moderados» de ambas partes estarían a favor de una entente de este estilo, pero a día de hoy no parece que tengan fuerza o apoyos suficientes para lograrla.

El martes está a la vuelta de la esquina y, ahondando en su argumentación, Obama afirmó que «nuestra Administración continuará trabajando con demócratas y republicanos todo el fin de semana hasta encontrar una solución». «El tiempo de poner al partido primero se terminó», concluyó.

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