Las revueltas expresan un descontento global
Los graves disturbios que comenzaron en la noche del sábado en Tottenham no sólo se han extendido rápidamente por otros barrios de Londres y en diferentes ciudades, sino que han adquirido tal dimensión que puede hablarse ya de auténticas revueltas. Con consecuencias, además, que se volvieron trágicas ayer, cuando se conoció la muerte de un joven en Croydon, a la que hay que sumar un número creciente de heridos y detenidos e importantes daños materiales. El propio primer ministro, David Cameron, se ha visto obligado a aparcar sus vacaciones para afrontar una crisis que se le ha escapado de las manos a su Gabinete.
La muerte a manos de la Policía de un hombre y el inhumano tratamiento que las mismas fuerzas policiales dieron a su familia parecen ser el detonante de los incidentes, pero detrás de ellos está sin duda la difícil situación que están sufriendo importantes sectores de la sociedad británica, afectados por una pobreza estructural y la falta de perspectivas de futuro, que se ha acentuado en estos últimos años a causa de la crisis y los recortes del Gobierno liberal-conservador. Es en este punto donde lo que está sucediendo estos días en Inglaterra coincide con otras expresiones de descontento social que en los últimos meses se han multiplicado en varios países de Europa y del resto del mundo. Porque las revueltas inglesas no son un hecho aislado, sino una expresión más, en este caso con una gran carga violenta, del hastío de millones de personas que ven cómo sus representantes políticos no resuelven sus problemas, al contrario, los empeoran en favor de los intereses de los más poderosos.
«Nosotros no estamos saqueando, lo que hacemos es expresar la existencia de un problema», explicaba un joven en la noche del lunes a una cadena británica. Al día siguiente, el primer ministro respondió prometiendo más policías y una mayor represión contra los involucrados en las protestas. Una respuesta que causa una profunda desazón y que no acabará con el problema.