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Crónica | Desde la capital británica

Londres recibe una gran e injusta lección

Barrios de la capital en llamas y con graves destrozos tras el ataque de miles de jóvenes con pasamontañas que se dirigen de norte a sur y de este a oeste en una revuelta que se extiende ya a otras ciudades del .

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Maider LACALLE

La prensa mundial ha establecido el paralelismo con París del Londres de los últimos días. Y es que razones no faltan para volver a recordar los disturbios que en 2005 sacudieron la urbe gala y algunos de sus barrios más periféricos, como fue el caso de Clichy-sous-Bois, de población mayoritariamente africana y musulmana, a raíz de la muerte de dos vecinos a manos de la policía en plena persecución.

Para algunos, la historia se ha repetido estas tres últimas noches - y ahora días - en la capital británica; y digo para algunos porque para otros todavía no está muy claro el motivo que ha llevado a miles de jóvenes a tomar las calles de Londres (y Birmingham y Liverpool) y arrasar con todo a su paso.

Esta vez no ha sido París la que ha copado las informaciones de los medios de comunicación de todo el mundo occidental -e incluso más allá- sino Londres, ciudad que a menos de un año de celebrar los Juegos Olímpicos que reafirmarán su indudable presencia en el primer mundo, atrae a millones de turistas de todos los rincones del mundo cada año y se enorgullece de ser una de las ciudades más multiculturales con más de 300 idiomas hablados en sus calles.

Aún así, el Tottenham donde se iniciaron los disturbios a raíz de lo que apunta a ser la muerte a manos de la policía del residente de la zona y padre de cuatro hijos Mark Duggan, queda lejos del Big Ben, The Houses of Parliament y demás atracciones turísticas que tanto beneficio aportan a esta ciudad de más de 10 millones de habitantes.

Lejos del turismo quedan también los barrios que se han unido a la lista de los afectados por las violentas protestas -prender fuego a vehículos y avasallar y quemar comercios está siendo la práctica más popular de estos jóvenes que atacan por centenares-. Otros barrios afectados son Enfield, Hackney, Stoke Newington, Islington, Peckham y Lewisham; la lista es ahora extensísima y seguramente crecerá según transcurran las horas en este Londres tan frío, distante y dividido. En Birmingham, al noroeste de Londres, y en Liverpool también se están produciendo ataques vandálicos de similar índole en lo que es ahora un preocupante escenario para la sociedad británica.

Varias fuentes de información parecen indicar que Duggan no había hecho ningún disparo en el supuesto enfrentamiento con la policía el pasado jueves, contradiciendo así lo que hasta entonces había sido el discurso oficial, y jóvenes de la zona han declarado en Internet que están «hartos de que se nos identifique por la calle», cansados de un racismo más que latente.

Un punto caliente

Tottenham, seguramente conocida por los lectores por el club de fútbol que le debe su nombre y/o por la cercana parada de tren (Tottenham Hale) por donde muchos habrán pasado camino a Liverpool Street desde el aeropuerto de London Stansted, es uno de los puntos más multiculturales de la capital, con una población diversa compuesta por una de las mayores poblaciones afrocaribeñas de la ciudad.

Limitada por el barrio judío de Stamford Hill y por los barrios de Walthamstow, Edmonton y Muswell Hill, Tottenham y la mayoría de las zonas donde estos jóvenes de aspecto enfadado y vestidos con pañuelos y pasamontañas están actuando son también algunas de las económicamente más deprimidas no sólo de Londres sino de toda Gran Bretaña, según los últimos estudios publicados por el Departamento de Comunidades y Gobierno Local en el año 2007. Tottenham es también el barrio de Londres con más desempleo.

A pesar de haber tenido como desencadenante la muerte de Duggan a manos de la policía - la primera protesta en contra de su muerte la componían 200 personas en congregación pacífica-, las raíces de los ataques que han sacudido y siguen sacudiendo Londres parecen más profundas y tal vez no sean las mismas para todos los que han participado en la revuelta.

Algunos hablan del impacto negativo que los recortes han tenido en la sociedad británica y sobre todo en barrios que eran ya, mucho antes de que la recesión entrara en escena, económicamente deprimidos. Varios espacios públicos a donde acudían los jóvenes en estas zonas han cerrado como resultado de los recortes y ahora, asegura un comerciante de Hackney, otra de las zonas afectadas, «no tienen a dónde ir ni qué hacer con su tiempo». Otros le echan la culpa a la poca efectividad con la que el nuevo ejecutivo (en activo desde mayo del año pasado) gobierna el país.

Ataques orquestados

Se sabe que los ataques han sido perfectamente orquestados, ya que se han encontrado hojas con mensajes de Don't Panic; Don't Talk (no tengas miedo, no hables) haciendo referencia a lo que pueda pasar si la policía interviene, pero no se conocen concretamente las reivindicaciones de estos jóvenes.

El Ayuntamiento de Haringey, responsable de la zona de Tottenham, ha emitido un comunicado en el que recuerda que «la gente de Tottenham ha trabajado duro para construir una comunidad durante los últimos 25 años y se merecen algo mejor que el daño y los desperfectos causados por una minoría de descerebrados buscalíos».

Dave Hill, novelista y periodista de «The Guardian», matiza que estos ataques no son obra de «descerebrados» e insiste en que ese calificativo es utilizado para menospreciar a los que provocan los ataques y explicar nuestra incredulidad ante hechos como los que están ocurriendo: «La gente que protesta tiene cabeza y en ésta están las razones por las que protestan...nada de esto es descerebrado y tildarlo así es intentar huir de la realidad», asegura.

Justificación y análisis

Aunque arrasar negocios de familias y agredir a vigilantes y empleados de centros comerciales tenga difícil justificación, es hora de que los grandes medios de comunicación, junto con las grandes multinacionales y gobiernos, dejen de practicar la política del miedo y los jóvenes de nuestra sociedad actual, aquéllos que hoy por hoy parecen tener pocas perspectivas de futuro, sean escuchados. No se puede seguir ninguneando a una importante proporción de la sociedad.

Es hora de decir «basta». Basta a la explotación de las millones de personas que trabajan duro y carecen de un sueldo digno. Basta a la estereotipación racial y el abuso de poder. Basta a la división social que cada día se hace más grande. Basta a no poder trabajar y no tener la opción de ganar dinero de forma digna. Basta a este sistema que poco a poco nos está quitando las ganas de hacer lo que deberíamos hacer todos los días: vivir sin miedo y con optimismo.

Si después de adentrarnos en un discurso constructivo sobre nuestra sociedad plural seguimos viendo que, a pesar de haber hecho esfuerzos en su mejora, hay gente que todavía quiere quemar y avasallar, entonces podremos preguntarnos por qué hay gente que quiere cometer actos tan «descerebrados».

Al menos hasta entonces y sin haber escuchado a quienes componen una gran parte de la población, es cobarde, vago y sobre todo contraproducente tachar de sinsentido actos tan peligrosos y de tan gran magnitud. Démosles, por lo menos y por una vez, el beneficio de la duda a quienes nunca dejamos aparecer en las noticias..

centro de sony

El centro de distribución de Sony en el barrio de Enfield, al norte de Londres y una de las zonas en las que se han registrado disturbios, sufrió un incendio que podría tener consecuencias en el suministro de CD y DVD en Gran Bretaña.

limpieza

Vecinos de Londres se organizaron a través de redes sociales como Twitter o Facebook para crear brigadas de limpieza de las calles en áreas afectadas por los disturbios como Clapham, donde el alcalde, Boris Johnson, fue abucheado.

blackberry

David Lammy, diputado laborista de Tottenham, pidió que se desactivase el sistema de mensajes de Blackberry al considerar que se estaba empleando para organizar los disturbios. La web de la compañía recibió un ataque y fue bloqueada.

La falta de expectativas de los jóvenes de los barrios, clave en los disturbios

Mano dura y respuesta policial, o una estrategia a medio plazo de diálogo y trabajo con las comunidades. Esta es la disyuntiva a la que tendrá que enfrentarse el Gobierno británico en el cuarto día de enfrentamiento entre jóvenes y fuerzas de seguridad que ayer se inició poco después de las 17.00 [18.00, en Euskal Herria] en Manchester.

Los especialistas en criminología y políticos conservadores optan por la primera solución, un parche que remediará la situación aquí y ahora sin mayores inversiones. Sin embargo, los activistas y líderes comunitarios quieren usar la atención del público y los políticos hacia sus comunidades para solucionar estos problemas de una vez por todas. Y su mensaje es claro: la solución no reside en el número de policías en las calles, sino en las actitudes y actuaciones policiales. La mayoría de los jóvenes entrevistados expresan su desconfianza hacia las fuerzas de seguridad, a las que acusan de falta de respeto y de etiquetarles por su forma de vestir, el barrio en el que viven o el grupo étnico al que pertenecen. Así pues, los líderes comunitarios creen que es el momento de una reforma y reeducación de la fuerza policial.

Así mismo, es el momento de finalizar con generalizaciones y colocación de etiquetas que a fuerza de repetirse se transforman en realidades sociales. El término «vándalo descerebrado» ha sido uno de los más utilizados para referirse a los participantes en los disturbios, pero hasta ahora pocos se han preguntado sobre qué ha llevado a estos jóvenes a comportarse así. Y es importante considerar que la mayoría de los detenidos -casi 600- son jóvenes que nunca habían tenido ningún problema de comportamiento antisocial. Los activistas comunitarios piden a políticos y policías que inicien un diálogo real con estos jóvenes, a los que necesitan escuchar en lugar de pontificar.

Los recortes presupuestarios del Gobierno conservador han obligado al cierre de servicios de apoyo a los jóvenes, que les ofrecían espacios alternativos en los que socializarse fuera del alcance de las bandas callejeras. Los usuarios de estos espacios han perdido la poca confianza que tenían en la clase política.

Finalmente, la situación socioeconómica de estas barriadas -Tottenham tiene la tasa de desempleo más alta de Londres- no es una excusa para la violencia, pero es una realidad a tener en cuenta. Estos jóvenes piensan que pueden quebrantar la ley porque al fin y al cabo no tienen nada que perder. En su futuro no hay esperanza. Así, vive en el hoy en el ahora. Soledad GALIANA

scotland yard, a la baja

Scotland Yard, que ayer pidió ayuda por Internet para identificar a los autores de los saqueos, se encuentra en horas bajas, ya que carece de responsable cuando queda menos de un año para que Londres acoja los Juegos Olímpicos.

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