Judd Apatow se ha convertido en el nuevo Rey Midas de la comedia de Hollywood, como en los 80 lo pudo ser John Hughes. Su único fallo ha sido ir demasiado rápido, encadenando una película tras otra a un ritmo frenético, tanto que su caudal creativo ha comenzado a dar muestras de agotamiento. Pero este hombre tiene muchos recursos, y a falta de ideas propias tiene olfato para confiar en nuevos talentos que le saquen del apuro.

Siempre confía en una serie de actores cómicos capaces de colaborar en los guiones, pero ha abusado de ellos y se le ha llegado a acusar de machismo sin razón. Nunca se ha olvidado de los personajes femeninos, cuidándolos al máximo para que no resulten superficiales o prescindibles. Fue en el rodaje de «Lío embarazoso» cuando propuso a su actriz de reparto Kristen Wiig que pensara en un proyecto estelar para ella misma, y de ahí surgió «La boda de mi mejor amiga», escrita junto a su colaboradora habitual en televisión y en los shows en directo, Annie Mumolo.

El resultado es una divertida comedia coral en la que Kristen Wiig no pretende sobresalir sobre el resto de sus compañeras, ya que todas ellas muestran una extraordinaria vis cómica. No obstante, la veterana Jill Clayburgh destaca sobre el resto en el papel de la madre de la protagonista, dándose la circustancia además de que fue su actuación póstuma.

Guerra de damas

La asociación entre Judd Apatow y Kristen Wiig se ha saldado con un arrollador éxito en taquilla, hasta el punto de que «La boda de mi mejor amiga» es la comedia femenina más vista desde «El diario de Bridget Jones». Su rentabilidad ha sido máxima, al haber costado apenas veinte millones de dólares, recaudando más de cien sólo en Estados Unidos.

Kristen Wiig actúa de elemento discordante, de la chica peleona que no encaja en el ambiente frívolo y conservador de las damas de honor. Por eso su relación con el resto de las damas será conflictiva, sobre todo con la que se disputa con ella el estatus de mejor amiga de la novia, y que es una perfeccionista enfermiza que consigue sacarla de quicio.

Esa constante rivalidad da lugar a escenas hilarantes, todas ellas marcadas por el sentido de la improvisación de la factoría Apatow. Los diálogos y las situaciones se alargan en todas sus posibilidades humorísticas, y de sobra es sabido que esto hace que las comedias Apatow sean más largas de lo normal. «La boda de mi mejor amiga» no es una excepción, pasando, en la versión original, de las dos horas. Una densidad que permite por extensión profundizar mejor en los personajes, más aún cuando en la comedia romántica abunda una tipología femenina muy ornamental. Kristen Wiig ha querido que en su película no sea así, empezando por la descripción a fondo de la soltera a la que interpreta.

Nos encontramos con una luchadora a la que las cosas no le han ido muy bien, entre otras razones por tener la arriesgada idea de abrir un negocio en plena crisis. Se ve obligada a trabajar como dependienta en una joyería, pero la atención al cliente no es su fuerte, toda vez que le resulta imposible engañar a los posibles compradores y se muestra ante ellos con una sinceridad contraproducente.

En el amor tampoco ha logrado la estabilidad, al no encontrarse con tipos minimamentes fiables más allá de los encuestros esporádicos y sin compromiso. Convive en un apartamento con dos hermanos que la estafan pagando su parte como si fueran uno solo. Los preparativos de la boda no harán sino desquiciarla ya del todo, estando apunto de incluso perder su vieja amistad con la novia, tras desencadenar una serie de desastres más o menos fortuitos.