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LA VANGUARDIA Xavier Antich 2011/8/10

The Guns of Brixton

Sorprende la celeridad con la que portadas de todo el mundo vuelven a destacar la figura del joven encapuchado urbano con fondo de llamas. Es, sin duda, desde hace unos años, la imagen de la revuelta en las periferias metropolitanas. La explosión violenta de los desheredados de la sociedad postindustrial. A veces, sólo necesita una chispa para prender y la llama es siempre llamativa. Pero durante tiempo el rescoldo de las brasas ha alimentado un malestar sordo, impotente: la acumulación de paro, miseria, insalubridad, abandono y exclusión. Pero de todo eso no hay imágenes. Por eso cuando al final las hay, todo queda en icono: el encapuchado entre llamas y ruinas. Pero el icono, por sí solo, nada cuenta. Ni en las banlieues parisinas, ni en las huelgas griegas, ni entre los universitarios británicos, ni, ahora, en la ira de los jóvenes de Tottenham, Brixton, Birmingham o Leeds.

La filósofa Nina Power reclamaba el lunes en «The Guardian» abrir un poco el foco, mirar el contexto, hacer un poco de historia. En lo que está pasando en los barrios de Londres y en otras ciudades inglesas es fácil. Sólo reclama algo de esfuerzo: de acuerdo con los datos de la OCDE, la movilidad social es, en el Reino Unido, peor que en cualquier otro país desarrollado. Se trata, aunque cueste entenderlo, de uno de los países con más desigualdad del mundo occidental. Y tampoco cuesta mucho remontarse hasta los años ochenta, cuando el pulso de Thatcher con los mineros y los sindicatos, que abrió las compuertas a la voracidad del sistema de la que hoy padecemos sus más crueles efectos.

(...) ahora sólo vemos el dies irae. Pero, ¿quién está contando lo que sucede en los arrabales del sistema mientras las bolsas internacionales y las agencias de calificación se emborrachan con su propio delirio? ¿Dónde están las imágenes que dan a ver lo que hay horas antes de que arda Londres? The Clash ya lo cantaban en 1979.

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