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La crisis económica ya no evita que algunas rupturas matrimoniales se formalicen

La crisis económica ha dejado de ser, a la vista de los fríos datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), un factor para evitar las rupturas matrimoniales. Analizando el año 2010, divorcios, separaciones y nulidades se sitúan en Hego Euskal Herria en 6.088 casos.

El número de disoluciones matrimoniales en Hego Euskal Herria ha roto la tendencia de los tres últimos ejercicios. En 2010 fueron 3.754 los divorcios consensuados que se contabilizaron en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa, junto a 1.979 no consensuados, 237 separaciones de mutuo acuerdo y 111 contenciosas, además de siete matrimonios declarados nulos por los jueces, según se desprende de los datos hechos públicos en los últimos días por el Consejo General del Poder Judicial. En total , 6.088 rupturas que se oficializaron ante los tribunales de justicia. Y eso que en el conjunto del Estado Euskal Herria es, según se desprende de las estadísticas del CGPJ, el territorio donde el número de casos es menor.

Lo noticiable, por encima de los números globales y algún caso más o menos sonado, es que se ha quebrado la tendencia a la baja en las disoluciones matrimoniales que comenzó en 2007 y se acentuó con la crisis económica, pasando a partir de entonces a ser un nuevo factor o derivada a estudiar por los amantes de las estadísticas. La tan manida crisis deja así de frenar divorcios, separaciones y nulidades, en el año en el que se cumplen tres décadas desde que el Congreso español aprobase el 22 de junio de 1981 la ley que lo permitía y regulaba.

Desde 2005, los trámites se agilizaron al desaparecer el requisito previo de la separación, una condición impuesta 25 años atrás por la presión de la Iglesia católica. Fue cuando el número de divorcios se disparó mientras las separaciones descendían, pero en 2007 hubo un cambio de tendencia a consecuencia de la crisis económica. Los gastos que generaba el proceso a las parejas se convirtió en un factor determinante, a juicio de los expertos, para frenar muchas disoluciones, especialmente con todo lo que tiene que ver con la vivienda. El divorcio pasó a ser una opción inasumible, ya que éste afectaría a la calidad de vida de la unidad familiar que se pretendía disolver.

Más procesos contenciosos

De los datos del CGPJ, también se desprende que los divorcios en los que no hubo acuerdo entre las partes aumentaron. Kidetza, Federación de Euskadi de Madres y Padres Separados, ya alertó hace escasos meses de que la crisis también era la causante del aumento de los divorcios y separaciones que acababan en los juzgados. Tomando como base los datos de la CAV, el colectivo reconocía que había habido 52 divorcios menos que en 2009 -un 1,1%-, pero había subido ligeramente -0,08%- los que habían recurrido a la justicia para disolver el matrimonio.

Kidetza explicaba que el aumento de los litigios en los juzgados tenía su origen en la crisis económica, con matrimonios que al comienzo de la crisis no decidieron divorciarse por motivos económicos pero que han acabado disolviéndolo por la vía del contencioso con situaciones muy conflictivas, extremas en algunos casos. Se alertaba del aumento de la conflictividad, ya que «la necesidad de vivienda para el progenitor que sale del hogar está generando auténticos dramas humanos», puesto que se dejan de pagar los créditos hipotecarios y aumentan los impagos de pensiones.

Todo acababa en los juzgados, sobrepasados por las demandas por impago de pensiones alimenticias o compensatorias, o aquellos que solicitaban a los jueces una rebaja de las mismas por la pérdida del empleo o de complementos salariales. Con las estrecheces económicos, los acuerdos son cada vez más difíciles.

La dificultad para acceder a una vivienda después de la separación o divorcio había impulsado los litigios ante los tribunales, con el objetivo de quedarse una de las partes con el uso del hogar conyugal, «utilizando en esa pelea a los menores». La Federación de Euskadi de Madres y Padres informaba de que el tramo mayoritario de edad de las parejas que se divorcian se sitúa entre los 35 y 45 años, con un promedio de uno o dos hijos, y ambos desean continuar cuidando y relacionándose con sus hijos.

El verano, especialmente a su conclusión, es cuando se suelen disparar las demandas de divorcio y separación. Habrá que ver si la convulsa situación económica rompe con la tendencia iniciada.

Agustín GOIKOETXEA

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