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Godo de Medeiros Escritor guatemalteco

La crucifixión de Sandra Torres

Esa paranoia de que «el chavismo entrará a Guatemala si llega Torres al poder», irónicamente, hizo eco en la mismísima izquierda que terminó sumándose a la ola anti sandrista

Al fallar en contra de su inscripción como candidata presidencial, los magistrados de la Corte de Constitucionalidad (CC) le han hecho a Sandra Torres un daño enorme que trasciende, incluso, el proceso de elecciones generales de 2015, porque a partir de ahora tendrá que hacer un esfuerzo supremo para mantenerse vigente como opción electoral de las masas empobrecida de hombres y mujeres de las áreas rurales y de las márgenes de los centros urbanos.

Independientemente de esos hipócritas discursos de que «prevaleció el estado de derecho» (con minúsculas), que «la constitución y la ley» y otras tantas ridiculeces, hay que decir que los primeros responsables de lo ocurrido a Torres son los mismísimos integrantes de su círculo cercano de asesores, quienes pudiendo prever el peor de los escenarios (eso haría cualquier estratega con un poquito de sentido común), se «durmieron en sus laureles» y ahora sólo les queda «salvar» las candidaturas a diputados y de autoridades ediles, exprimiéndole hasta la última gota de popularidad a una dama que se ganó las simpatías de cientos de miles de personas en todo el país gracias a sus energías desbordantes y una capacidad de trabajo increíble que no admitía ni admite un «es que no he podido», «se lo tengo para mañana», «es que fíjese», etc.

Torres pertenece al aquí y ahora y siempre está a la cabeza del equipo, como una directora de orquesta o como un mariscal de campo de un ejército que sale a defender a su país de la invasión de un ejército extranjero.

Sandra Torres trabaja a 350 kilómetros por hora, cuando la mayoría en Guatemala lo hace si mucho a 10 ó 15. No es mediocre ni mucho menos ostentosa como ciertas «señoras» candidatas que se pasan horas y horas diarias en el salón de belleza o en el spa y en las tardes van a tomar el té para hablar de lo feo que se ha vuelto Miami últimamente con tanto narcotraficante mal encarado que se pasea en los yates que antes sólo eran para la gente de bien.

Por ese ímpetu de trabajo y el éxito de los programas de Cohesión Social, la «guardia cívica» de la oligarquía le declaró la guerra a muerte, empezando por las diputadas Nineth Montenegro y Roxana Baldetti Elías, ambas patrocinadas, según algunas fuentes periodísticas, por el empresario Dionisio Gutiérrez, acérrimo enemigo del presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías. A esa guerra contra Torres se fueron sumando, en movimientos fríamente calculados, otros actores de influencia mediática patrocinados también por el poder económico.

Esa paranoia de que «el chavismo entrará a Guatemala si llega Torres al poder», irónicamente, hizo eco en la mismísima izquierda que terminó sumándose a la ola anti sandrista, acaso por mero instinto de sobrevivencia o a lo mejor porque sigue pensando «estratégicamente» que la llegada de un militar al poder «agudizará las contradicciones» y entonces «las condiciones objetivas» estarán dadas para un «triunfo revolucionario».

© Alai AmLatina

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