El Consejo Nacional «dirigirá las fuerzas de la revolución, dipuestas a resistir hasta la salida de Ali Abdallah Saleh», anunció Soltan al-Atwani, dirigente del Fórum Unitario, una coalición de la oposición parlamentaria.

El Consejo, que está formado por 143 miembros elegidos ayer en una reunión de la oposición en Sana'a y tiene como objetivo coordinar la revuelta y elaborar un programa para lograr la caída del régimen, agrupa además al influyente movimiento islamista Al-Islah, los jóvenes protagonistas de la revuelta en las calles, representantes de la sociedad civil, el movimiento independentista del Sur de Yemen, los rebeldes zaidíes (chiíes) del norte e independientes.

«Nuestro pueblo está dispuesto a más sacrificios para imponer su voluntad, a la estela de los pueblos egipcio y tunecino», declaró en la cumbre opositora Mohamed Bassandaua.

EEUU y el plan del Golfo

Intentando anticiparse a la creación de ese frente, el dictador Saleh anunció la víspera su pronto retorno a Sana'a.

En un mensaje televisado a una concentración tribal pro-gubernamental, el presidente, aparentemente en buena forma, llegó a acusar a la posición de haber «hurtado» las consignas de los jóvenes concentrados ante la Universidad de Sana'a, los mismos a los que no dudó en reprimir hasta que fue herido en un atentado hace dos meses, lo que provocó su traslado a Riad.

Saleh no dudó en acusar a la oposición de estar compuesta de «restos de marxistas, talibanes y partidarios del imam», en referencia al último rey del país.

Saleh hizo estas declaraciones para consumo de 5.000 representantes de tribus que se reunieron el martes en Sana'a.

Enfrente tienen a una «alianza de tribus de Yemen» alineada con la oposición.

Esta última reaccionó a la irrupción de Saleh acusándole de albergar la intención de hundir al país en una guerra civil.

Los expertos coinciden en que Saleh busca incrementar la presión y apelan a una más contundente intervención de EEUU y su aliado en la zona, Arabia Saudí, para evitar el choque.

No parece que EEUU albergue esa intención y ni siquiera ha valorado el desafío de Saleh, instándole a que acepte el plan de los países del Golfo, que prevé una transición ordenada que incluiría, en último término, que Saleh se hiciera a un lado.