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Floren Aoiz www.elomendia.com

¿Quién quiere pinchar el globo?

No es momento de arruinar ilusiones, sino de acrecentarlas y hacerlas más sólidas con compromisos y avances concretos

Una alianza electoral en clave nacional vasca obtendría el 20 de noviembre unos resultados sin precedentes y daría lugar a una presencia impresionante en las instituciones de Madrid. Esto supondría un vuelco histórico y ofrecería una imagen de nuestro país muy difícil de ocultar o distorsionar. Sería un avance destacado hacia un nuevo escenario, y un toque de atención que quienes se niegan a respetar la identidad y los derechos del pueblo vasco no podrían ignorar.

No sería una alianza sin contradicciones. Para empezar, entre las posiciones del PNV y las de la izquierda abertzale las diferencias son de gran calado. Esta unión de fuerzas tendría que atender esa pluralidad sin limitar la determinación de las fuerzas de izquierda de hacer frente a la agenda neoliberal. Todo esto y otras divergencias exigirían unos compromisos serios y un espacio para la diversidad de criterios. Pero si se ponen en una balanza los beneficios políticos que pueden obtenerse y los riesgos y complicaciones que pueden presentarse, la elección es, a mi entender, clarísima: interesa una reunión de fuerzas.

Creo que ésta es la posición de cientos de miles de personas en nuestro país, también entre las bases sociales de las fuerzas que se han mostrado más reacias. No va a resultarle fácil a nadie pinchar este globo, porque no es momento de arruinar ilusiones, sino de acrecentarlas y hacerlas más sólidas con compromisos y avances concretos. Si existe voluntad de sumar fuerzas, las fórmulas pueden acordarse. Si se quiere, se puede.

Sería un error que alguien pusiera el reparto de escaños por delante del programa. Y sería gravísimo que los intereses partidistas dieran al traste con esta ilusionante posibilidad.

Pero, aunque hay que agotar todas las posibilidades de llegar a un acuerdo, ya hay sobre la mesa algunos datos preocupantes, sobre todo por parte del PNV. Las llamadas a un pacto de estado que recupere el espíritu de los famosos Pactos de la Moncloa indican precisamente lo contrario a una suma de fuerzas en defensa de Euskal Herria.

No es momento de buscar acuerdos en defensa de la agenda neoliberal de recortes y sometimiento a la tiranía de los mercados. Y hacerlo con los dos grandes partidos y los dos sindicatos domesticados del españolismo es una aberración que sólo puede servir para encadenar nuestra economía a la española y hacer pagar a la sociedad vasca la factura de la crisis estructural.

España, en este contexto, es tanto como decir mercados y capital, una agenda a la medida de los poderosos. La defensa de España es ahora mismo la bandera de las fuerzas neoliberales decididas a imponer la doctrina del shock. Pero existe otro punto de vista, el de los agentes sociales y sindicales vascos, que postulan otra salida a la crisis. Una alternativa desde Euskal Herria a los recortes y el empeoramiento de las condiciones de vida y trabajo de la gente para llenar los bolsillos de los especuladores y los corruptos de la política.

La alianza, pese a los datos preocupantes, sigue siendo posible. ¿Quién quiere pinchar el globo?

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