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Bermutean... BARANDILLA DE LA CONCHA

«Llevo una vida ajetreada, con excesos de vez en cuando»

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Oihane LARRETXEA | DONOSTIA
 
Para lo bueno y para lo malo, la reconocen en seguida. Es lo que tiene ser mundialmente famosa, que resulta imposible pasar desapercibida ante los ojos del resto. La muchedumbre se le para y ella, como buena anfitriona, los recibe con los brazos abiertos, incluso en los días en los que no está para gaitas. Porque ella también tiene sus momentos, ¡vaya que sí!
 
Lleva una vida ajetreada, que no de excesos. «Ésos sólo de vez en cuando», como es el caso de la Aste Nagusia. A punto de que se agote la edición de este año, la última semana le ha dejado alguna que otra herida de guerra, pero ha logrado salir victoriosa.
Sin decir «esta boca es mía», ella puede con todo, o mejor dicho, con todos. Incluso cuando algún amigote se emborracha como una cuba y su propia cuadrilla lo expulsa hasta nueva orden. Tras cruzar la frontera de lo viejo, muchos acuden a ella para tomar la fresca y recobrar el norte. Ya puestos, hay quien le da palique para hacer un balance de la noche. El colegueo termina cuando el desgraciado de turno que sufre incontinencia (de cualquier tipo) le deja algún recuerdo, pero prefiere no hablar de ello.
 
Además de unas buenas gaupasas, la Aste Nagusia suele dejar tras de sí unos cuantos romances. También la eligen quienes se acaban de enamorar y tienen tiempo para romanticismos. Manos que vienen y van, manos que desaparecen bajo la ropa, bocas que prometen cosas que ¡quién sabe si son ciertas! «Eso es lo de menos». O sea, que llegados a este punto, se convierte en el pringado, o lo que es lo mismo, en el «sujetavelas», ese personaje que todos hemos sufrido en carnes propias.
 
Y claro, igual que unos amores nacen, hay otros que mueren. «Sobre todo en verano», advierte. Estas fechas pueden resultar diabólicas para muchas parejas, porque pasar tanto tiempo juntos a veces trae factura. Sin chorradas, pero por ser un lugar tranquilo, en su paseo se pone punto y final, «fue bonito mientras duró». Los más despechados la desconchan a golpes «De hecho, hay algún rezagado por ahí… Ya se le pasará».
Familias que acuden en masa a ver los fuegos, helados de fresa, limón o chocolate que llevan un rato chorreando porque sus dueños no se enteran… incluso niños imprudentes o con padres calzonazos que en un momento de despiste meten la cabeza por uno de sus agujeros para ver qué pasa... (¿Quién no lo hizo?).
 
Con los incombustibles mirones posados en su baranda (ésos no descansan nunca), mira con cuerpo de resaca hacia setiembre. Tiene que estar en forma para las regatas. A partir de entonces, se cogerá un merecido descanso, o más bien, le daremos un merecido descanso.
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