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Iñaki San Sebastian Analista

«Refrendo» del 20 de noviembre

Se trata de una nueva oportunidad para conocer la fuerza con la que el pueblo vasco defiende su identidad

Cuando echamos un vistazo a nuestro pasado, las personas mayores no podemos evitar recordar las veces que hemos dejado pasar alguna oportunidad. ¡Cuántos «trenes» se pierden a lo largo de una vida! Pues bien, curiosamente, a los partidos políticos suele pasarles esto mismo demasiadas veces y sin propósito de enmienda. Parecen disfrutar tropezando, una y otra vez, en la misma piedra. ¿Cuál es el culebrón político, en este largo y no tan cálido verano de 2011, para quienes damos prioridad a los sentimientos frente a los  intereses particulares o de partido? Yo diría que el debate entre abertzales sobre la fórmula mas conveniente de presentarse a las elecciones estatales del próximo otoño. ¿Separados? ¿Juntos pero no revueltos? ¿Sólidamente coaligados con unos objetivos bien precisos?

Personalmente soy partidario de una gran coalición PNV-Bildu-Aralar/NaBai. La razón es clara y fácil de entender. La Constitución española lleva mucho tiempo negando al pueblo vasco su derecho a decidir mediante un referendo. Por una razón u otra, hasta ahora no hay forma saber hasta donde podemos llegar hoy soberanistas e independentistas unidos en la parte de Euskal Herria conocida como Hegoalde. ¿Nos resignamos a seguir mareando la perdiz o intentamos salir de dudas, aprovechando las oportunidades que nos brinda la encorsetada legislación española? ¿Qué nos impide a los abertzales convertir las próximas elecciones estatales en un «referendo 20-N» en la CAV y Nafarroa?

Indudablemente, toda iniciativa de este tipo tiene sus riesgos. Podría ocurrir que yendo todos juntos algunos de los regionalistas, camuflados entre los nacionalistas, se desengancharan de la operación. En tal caso, por separado quizá se conseguiría sacar algún diputado más en Madrid, aunque sin garantía de lograr grupo parlamentario. ¿Merece la pena mantener la división para tan magro resultado «nacional»? ¿No sería mas significativo un grupo abertzale compacto de ocho diputados, por ejemplo, que la dispersión en un eventual 4-4-1? ¿Y si juntos en lugar de ocho se sacaran quince?. Para salir de dudas no nos conviene dejar pasar el 20-N. Se trata de una nueva oportunidad para conocer la fuerza con la que el pueblo vasco defiende su identidad. ¿Somos una nación o un conglomerado de pequeños «reinos de taifas»? Termino con un ruego. Mesedez, no mezclemos a ETA en este debate político, haciendo el juego a quienes se ven desnudos si no calzan la bota opresora estatal.

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