Su nombre remite a Chéjov, y el número de sus promotores recuerda a la Última Cena que convirtió en infausto al número 13. Nos referimos al Pabellón N º6, un nuevo espacio que nace en Bilbo de la rehabilitación de un antiguo pabellón industrial, dentro de la intervención general ZWAP (Zorrozaurre Art Working Progress) que transforma urbanísticamente la zona y la dota de una dinámica vida artística.

Blanca Arrieta, Ramón Barea, Irene Bau, Matxalen Bilbao, Nuria M. Cres, José Ibarrola, Ander Lipus, Josu Montero, Nagore Navarro, Pako Revueltas, Borja Ruiz, Patxo Telleria y José Urréjola son los trece `Don Quijotes' que, desde esperiencias vitales y artísticas diferentes, inician un proyecto romántico, con tantos escenarios dispersos por la ciudad y una oferta cultural, a priori, muy amplia. Son profesionales polivalentes que agrupan diferentes disciplinas y son, a su vez, 13 `Sancho Panzas' que conocen las carencias y necesidades del sector.

Asociación de creadores

«El sueño de todo creador es disponer de un lugar para exhibir su obra, y ese es nuestro gran problema, que somos teatreros sin teatro», relata Irene Bau, mientras prepara el cátering para los artistas-obreros. «Pabellón Nº 6 es un espacio de exhibición [mientras Kabia, iglesia rehabilitada en Otxarkoaga, es centro de producción], al que trataremos de dar un sello de calidad».

Para los artistas es difícil entrar en las programaciones de teatros, donde las agendas están cerradas. «Podemos estar uno o dos días, como el resto de la gente. ¿Pero... y el resto del tiempo? -exclama Bau-. Falta en Bilbo un espacio donde los espectáculos puedan permanecer, si están funcionando, el tiempo que necesiten».

Pako Revueltas -tras bajar del andamio, donde coloca los focos-, coincide con Bau. «Tenemos problemas para mostrar nuestras creaciones, y así es difícil lograr la fidelidad del público. Una de las labores importantes a desarrollar en este espacio es la `creación de público'; un reto complicado».

«Hay espectáculos que por formato no llegan a Bilbo -prosigue Bau-, procesos de trabajo de obras inacabadas que necesiten su confrontación con el público, por ejemplo. Y creemos que hay público para todos. Pabellón Nº6 quiere dar otro punto de vista... y sumar, no dividir». En esa suma, los trece han reunido, de momento, a 200 socios fundadores, en su mayoría del sector, que comprando simbólicamente una butaca se implica en el proyecto.

En el Pabellón Nº6 son los artistas los que autogestionan el espacio, tal y como comprobamos al encontrar a algunos de los citados -antes de la inauguración- enfrascados, con mucha voluntad, en pleno montaje.

ZAWP

«Zorrozaurre tiene todavía ese sabor de barrio de antes, y no le ha llegado ese punto que destiñe, de cierta marginalidad. Es lo que no tendría que perder», señala José Ibarrola, quien se ha encargado de la escenografía general del espacio. «La idea es convertir una nave industrial que ha perdido su función en fábrica cultural, relacionado con el mundo creativo».

«La nave -un rectángulo- se va a dividir en dos espacios claros. Un primer hall-bar muy polivalente donde podrá haber música en directo, micro-espectáculos de danza, monólogos, proyecciones en las paredes; un lugar de encuentro que acaba en una cortina tras la cual está el espacio, flexible y no necesariamente a la italiana, de teatro y danza».

Ilusionados con un proyecto pensado por y para artistas, los miembro de Pabellón Nº6 hablan incluso de una «Escuela de espectadores» -Borja Ruiz está en ello-. Según Ramón Barea, «se trata de dotar al espectador de materiales de análisis sobre lo que se le ofrece y buscar una proximidad con el creador, para poder compartir discursos estéticos... en definitiva, buscar un público crítico y participativo, que se manifieste abiertamente».