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Antonio Alvarez-Solís | Periodista

A un joven católico

Supongo que usted no sabe, ya que soy irrelevante, que soy cristiano y comunista, que es como decir dos veces cristiano o dos veces comunista, pero se lo hago saber por lo que viene a continuación. Con motivo de la visita del Papa le he visto en Madrid repleto de ímpetu, que es lo mismo que decir de fe. Le felicito por ello. Nada como la fe en las propias ideas, sobre todo cuando se compaña por un cordial «buenos días», que es como me saludó usted a primera hora, cuando paseaba mis perros. Gracias.

Solamente quería enviarle este billete, tan breve, para solicitar su ayuda material y moral en la batalla que se está librando para transformar el mundo. Le diré, ante todo y como cristiano, que para facilitar el nacimiento del hombre nuevo hace falta lograr un molde social que lo haga posible. Y es ahí donde le recuerdo la frase de Cristo en que manifestaba que había venido «a traer la espada». No se trata de una espada para decapitar, sino para desbrozar el camino de la justicia, de la libertad y de la democracia como sumo valor social. Es, pues, necesario que usted esté en la calle, en el combate abierto y sincero por establecer el reino del hombre. Ahí no estarán Su Santidad ni los grandes prelados, sino usted solo como miembro de la infantería revolucionaria, como defensor de la propiedad colectiva de todas las riquezas, que es lo que sostiene la dignidad del ser humano. No le bastará con gritar «¡hosanna, hosanna!». Tendrá que comprometerse frente al poder. Entonces sí que podrá decir que es cristiano, porque será también comunista. En resumen, esto es lo que quería decirle. ¡Buenos días, camarada!

 
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