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Iñaki Astoreka

De víspera

Ya me lo había repetido en numerosas ocasiones María Jesús, la compa. No lo dejes todo para última hora como siempre. Mira querido, comenzó la retahíla. Tú que eres un tiquis-miquis para la ropa y te gusta ir de punta en blanco para presumir de bilbaino elegante, lo que tienes que hacer es probarte el pantalón blanco y la camiseta de la konparsa. Vale, fue mi respuesta. Que no te pones las prendas desde el año pasado y tu cuerpo, añadió con sorna M.J., no está para experimentos. Ya, respondí, pero si me valen el resto de pantalones y camisas, por el mismo motivo, me servirá el atuendo festivo.

Día 19 de agosto. Por fin me decido a probarme la indumentaria. De primeras me entra el pantalón. Me está un poco justo de cintura, pero bajándolo al estilo Cantinflas puede valer. ¿Qué tal está de tiro?, inquiere la doña. Como un guante. A ver date la vuelta. ¡ No te va a estar bien si está descosido hasta donde finalizan las nalgas!, comenta airada.

Enfadado, suelto una sinfonía de imprecaciones. ¡Cállate, sinsorgo!, que así no arreglas nada. Ya sabes donde está el costurero. ¡Ah!, procura que no te quede una chapuza, que la última vez que hiciste algo fuiste el hazmerreír de toda la Villa. A trancas y barrancas, con los dedos hechos un colador, finalicé la tarea. ¡Ahora a por la camiseta!, exclamé en tono optimista. Otro desastre, la prenda solamente bajaba hasta la altura del esófago. Ja, Je, Ji, Jo y Ju, fue todo lo que oí del monstruo. Para más sarcasmo, añadió, pareces una jugadora de voley playa.

A duras penas conseguí zafarme de la camiseta y la arrojé al suelo. Desconsolado solté un ahora qué hago. Vete a la konparsa y que te den otra: No hay. Siempre tengo que estar en todo, añadió M.J, desata las costuras y aunque no tenga tela para sacar, te lo arreglo con unas tiras de velcro. Cinco horas y tres cuartos me llevó la tarea, del resto se encargó la artista. Para resumir, el día D era un pincel. Camiseta recién planchada, pantalón blanco, ojo, con raya y sombrero de copa.

Pregón, txupin, Marijaia y a danzar como propone Battiato. Pasacalles por las txosnas y yo enloquecido por la música, saltaba y brincaba sin parar. De repente una persona me detuvo y en voz baja me dijo, tienes el pantalón roto por detrás y la camiseta abierta por ambos lados. No le di importancia, seguí danzando con Marijaia sin importarme un higo.

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