Hacía más de una década que el Liverpool no conseguía imponerse en el estadio del Arsenal (0-2 ayer) que, tras esta derrota, sólo suma un punto de los seis posibles en el inicio liguero. Los reds fraguaron su triunfo en un fallo defensivo -o episodio de mala suerte, según se mire- y en los cambios de la segunda parte, con la entrada del tándem Meireles-Suárez.

El choque, marcado por la constante sucesión de ocasiones pero carente de un patrón de juego vistoso, se decantó definitivamente del lado visitante cuando apenas faltaba un cuarto de hora para el final. Un lance que, como el del segundo gol, no estuvo exento de polémica.

Un ataque bien llevado por los destacados Meireles y Suárez acabó con una asistencia de éste último, en posible fuera de juego, que intentó desviar el debutante Ignasi Miquel -otra joven perla de la cantera culé que recaló en Londres y se vio obligado a entrar por Koscielny, enésimo lesionado en el Arsenal-, con tan mala suerte que golpeó en el pecho de Ramsey y entró en propia portería.

El uruguayo hizo el tanto definitivo en el descuento, saliendo de posición antirreglamentaria.