OSASUNA B 2

ALAVÉS 2

Con los termómetros marcando los cuarenta grados y ambos proyectos futbolísticos dando sus primeros pasos, Osasuna B y Alavés levantaron el telón liguero repartiéndose los puntos. Para ello el filial rojillo tuvo que remontar en el descuento, como antes lo había hecho el Alavés en el tiempo reglamentario, pero en realidad el punto se lo rascaron al bochorno, auténtico rival a batir en el Sadar.

Aunque nada se les pudo reprochar porque se vaciaron sobre el césped, rojillos y babazorros evidenciaron lo mucho que han cambiado sus plantillas y el trabajo que queda por recorrer.

En el lado navarro se sigue notando el sello de Miguel Merino. Ayer lo tuvieron que demostrar ante un gran rival, al que tutearon en una primera parte abrasadora, sólo apta para auténticos portentos físicos, y en la que se adelantó Osasuna con un gol de penalti de Roberto Torres. La acción, que casi pasó desapercibida, se originó en un empujón a Manuel dentro del área.

Poco faltó para que llegase el segundo tanto apenas unos minutos después. Primero con un rechace de Hermosa que sacó la defensa albiazul, y después con un mano a mano entre Manuel y Rangel -definitivamente recuperado-, que metió el miedo en la grada visitante.

No tardó en mover ficha Luis de la Fuente. Vallejo, protagonista negativo del penalti, dejó su puesto a Lázaro. Y acertó de pleno, porque el ex de Osasuna agradeció la oportunidad con un golazo desde treinta metros que se coló por toda la escuadra.

Y que tuvo su dosis de polémica, porque llegó con un jugador rojillo tendido sobre el césped y sus compañeros parados. Mientras se atendía a Calderón, curiosamente ex de Alavés, los futbolistas aprovecharon para devorar los botellines de agua que les lanzaban desde la banda.

Y lo mejor para el Glorioso estaba por llegar. Con la defensa local descolocada, una gran jugada de Lázaro le llegó a Sendoa para que marcase el 1-2, tras golpear el balón en Eslava.

Nervios rojillos

El escenario no cambió en la segunda mitad, aunque el Promesas trató de recuperar la pelota y llegar más. Lo intentó Hermosa con un disparo que se fue por la izquierda y Calderón entrando por el centro. Pero el empate no llegaba ante un Alavés que aguantaba como podía.

El tiempo corría y al filial rojillo le entraron las prisas. Satrustegi, con todo a favor, falló solo ante el portero, y en la siguiente jugada fue expulsado por doble amarilla. Pura impotencia.

Parecía que el partido moría. O que incluso se decantaba definitivamente del lado albiazul, porque Elías salvaba a los suyos del 1-3 en un mano a mano con Casares a dos minutos del final.

Pero, cuando peor pintaban las cosas para los locales, un deficiente despeje de Rangel dejó el balón en pies de Eslava, que estableció el empate definitivo con una soberbia volea.