Bengoetxea-Beroiz 21

Irujo-Zubieta 22

Juan Martínez de Irujo y Aitor Zubieta se llevaron el gato al agua -nunca mejor dicho- en un Atano III donostiarra que presentaba humedad en la zona delantera y cercana a la pared izquierda de la cancha, y jugarán el próximo martes la final del Torneo Ciudad de Donostia ante Xala y Laskurain.

La segunda semifinal de este torneo estuvo lejos de lo común. El duelo en sí estuvo muy igualado, a pesar de las altas temperaturas que se reflejaron tanto fuera como dentro del frontón guipuzcoano. El marcador definitivo se decidió por los constantes patinazos de ambos delanteros. En ese intento de no caerse al suelo, fue Irujo quien salió victorioso, ya que aprovechó el factor negativo de la cancha para desestabilizar al rival y alcanzar su tercera final estival.

Lo cierto es que las condiciones normales produjeron un encuentro igualadísimo, tanto en el marcador como en el juego. Los colorados se adelantaron 5-1 gracias a tres excelentes tantos de Oinatz Bengoetxea. Ambas parejas habían salido muy explosivas a la cancha, pero el juego fue poco a poco frenándose y haciéndose muy pesado.

Los tantos cada vez eran más largos y peloteados, con algún que otro remate de los delanteros en los cuadros alegres y algún que otro merecido pelotazo de Zubieta. En ese período del encuentro, cabe destacar un gran tanto de Irujo. El de Ibero realizaba dos paredes de volea, Bengoetxea VI restaba la pelota de manera inexplicable y el delantero azul terminaba la jugada con una perfecta dejada. Se convertía en el empate a 15.

Una cancha deslizante

Poco después llegaba el factor clave del partido. El suelo comenzaba a estar escurridizo. Así, en el 18-16, el Juez pidió descanso para que secasen la zona húmeda de la cancha -sin duda, una acción la del máximo responsable nunca vista antes o en contadas ocasiones, ya que suelen ser los pelotaris los que piden descanso-. No tardaron ni cinco minutos en pasar el paño, pero tras dos tantos, Bengoetxea dijo basta y fue a cambiarse las zapatillas. Fue en vano.

Irujo, un pillo en el arte de buscar las mejores soluciones para terminar los tantos, aprovechó la ocasión para hacer patinar al delantero de Leitza. Muestra de ello fue el empate a 18. El de Ibero lanzaba una dejada de aire al txoko a la que Oinatz ni siquiera respondió por el miedo a caerse al suelo y sufrir algún tipo de lesión.

No obstante, los colorados estaban dispuestos a seguir luchando. Irujo erraba claramente para poner el empate a 21, pero acto seguido se desquitaba con un tanto que resumió lo que fue el partido: Oinatz se resbalaba y desde el suelo no podía llevar la pelota a buena. Más le hubiese valido ir a la piscina, pensaría sin duda el delantero leitzarra.