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MOVIMIENTOS ELECTORALES PARA EL 20-N

Demasiados alegatos para un no

En apenas dos semanas desde que recibieron la oferta de alianza electoral, los dirigentes del PNV han aportado ya al menos quince razones diferentes para rechazarla, a través sobre todo de Iñigo Urkullu, pero también de Andoni Ortuzar, Joseba Egibar o Pedro Aspiazu. Van desde cuestiones técnicas hasta ideológicas, tácticas o históricas. Y todo ello a través de los medios de comunicación.

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Ramón Sola

La opción de formar una alianza por los derechos de Euskal Herria para los comicios a las Cortes españolas del 20 de noviembre fue presentada por izquierda abertzale, EA y Alternatiba el 5 de agosto. Un día antes habían comunicado a Sabin Etxea que les iban a trasladar una propuesta, pero Iñigo Urkullu no esperó siquiera a escuchar su contenido. Antes de la rueda de prensa en la que se leyó el documento de base, el presidente del EBB la rechazó en Europa Press con varios argumentos de diferente índole: 1) «No creo que una coalición sea la fórmula idónea». 2) «No creo que quieran hacer nada con el PNV». 3) «Más allá de lo que pueda ser un emplazamiento público, luego se esconde la realidad del día a día y cuál es la relación que tenemos la llamada izquierda abertzale y el PNV, y cuál es la relación de la llamada izquierda abertzale con otras formaciones como el PSOE o el PP en las instituciones». 4) «Ya tuvimos una experiencia en las primeras elecciones generales con el Frente Autonómico en Navarra, y aprendimos mucho». 5) «Con el cebo de una imagen de todos los nacionalistas de la mano, lo que quieren es esconder su fracaso».

Algunas de estas razones quedaron desmontadas sólo minutos después. La más evidente es que la izquierda abertzale sí quiere aliarse con el PNV. Sus representantes estaban en la mesa junto a los de EA y Alternatiba, con un documento público y detallado. Tampoco resultaba ajustada a la realidad la comparación con el Frente Autonómico, dado que composición era muy diferente (estaba el PSOE y HB ni siquiera había nacido). Junto a ello, a alusión al «fracaso» de las tres fuerzas proponentes carecía de sentido tras el éxito de Bildu el 22-M. Y en cuanto a la crítica a la fórmula de la coalición, en realidad lo que la oferta plantea es una «alianza» abierta, cuya definición final se irá decidiendo.

Quizás por ello, al día siguiente aparecieron nuevos soportes para el mismo no. El diputado jelkide Pedro Aspiazu explicó en Radio Euskadi que: 6) «Nosotros estamos haciendo nuestro camino y a ellos no les guste probablemente lo que estamos haciendo y tampoco les convenga nuestra estrategia». 7) «Los partidos de Bildu aún tienen que mostrar lo que defienden en las Cortes Generales».

Tras este acelerón, el día 9 Urkullu bajó el tono inicial para alegar que el rechazo a la oferta no supone cerrar todas las puertas a la colaboración: 8) «De la misma manera que es posible la alianza entre PSE y PP en el Parlamento, Gobierno Vasco, ayuntamientos y diputaciones, también es posible la alianza coyun- tural entre formaciones del nacionalismo vasco, pero sobre la base del proyecto de cada uno».

Un día más tarde, sin embargo, el líder del EBB lanzaba otra andanada en su blog, en un artículo titulado ``Roma arde mientras Nerón toca la lira''. Ahí añade dos motivos más, en este ca- so dirigidos directamente a sendas fuerzas proponentes: 9) Que EA no quiso ir en coalición con el PNV a las elecciones al Parlamento de Gasteiz de 2009. 10) Que la izquierda abertzale «no tuvo arrojo para dar el paso que tenía que dar» en aquel momento. Urkullu se queja de que todo ello dejó Ajuria Enea en manos de Patxi López (en realidad, la izquierda abertzale no concurrió por estar ilegalizada y el resultado se distorsionó por este motivo).

El mismo día, el presidente del BBB, Andoni Ortuzar, sumaba otras dos reflexiones a las anteriores: 11) «La izquierda abertzale es la más radical de Europa, tiene como guía al marxismo-leninismo mientras noso- tros somos humanistas». 12) «Bildu busca mantener la cantidad importante de voto prestado que obtuvo el 22-M».

Cumplida la primera semana desde el lanzamiento de la oferta, el otro interpelado, Aralar, dejaba clara su voluntad de acuerdo, mientras las tres fuerzas impulsoras reiteraban que su mano seguía tendida al PNV. Así las cosas, a la labor de justificar el rechazo se sumó otro dirigente del ala jelkide más abertzale, Joseba Egibar, y aparecieron argumentos aún más radicalizados: 13) «Lo verdaderamente importante, en este momento, es asentar las bases para una paz definitiva, recuperar el respeto y la confianza mutua a través del diálogo constructivo, lograr la legali- zación de Sortu, el cese definitivo de la violencia de ETA y concretar propuestas democráticas positivas que aborden la solución al conflicto político», sostuvo Egibar, en un alegato saludado por el editorialista de ``El País'' como la notificación oficial de que el PNV condiciona el acuerdo con Bildu «a la exigencia pública de la disolución de la banda». 14) Urkullu va más allá: «Este ofrecimiento se va convirtiendo, como aquél de Txiberta, en exigencia o amenaza, vinculándolo directamente con la paz». Y, en paralelo, de nuevo el amago de incredulidad: 15) «El PNV sigue siendo el mismo traidor para la `IA' que en 1977».

Una razón suele ser suficiente para justificar políticamente un no. Quince son demasiadas y denotan otras cosas, como miedo, inseguridad o desconcierto. A la espera de si se produce o no la reunión que reclaman izquierda abertzale, EA y Alternatiba, esto es lo que hay. Esto, y la paradoja de que al mismo tiempo Joseba Egibar apuntara ayer mismo en ``El Diario Vasco'' que «PNV y Sortu están condenados a entenderse para negociar con el constitucionalismo». ¿Por qué no empezar desde ahora?

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