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Juanjo Basterra | Periodista

Cuenta atrás para aceptar o rechazar el banco de las cajas

Avueltas con el banco que BBK, Kutxa y Vital han escriturado en junio en espera de que sus asambleas decidan en setiembre sobre su idoneidad, tengo que decir que sigue sin establecerse una razón documentada para tomar tal decisión. Acabar con un modelo social y público de un plumazo es una decisión grave. Sólo encuentro en la documen- tación oficial un gran interés para conseguir un banco que permita a algunos que las decisiones se adopten en un círculo muy pequeño y próximo, sin control público. La legislación sobre las cajas de ahorros actual permite su privatización, pero, a la vez, garantiza un control desde la sociedad. Ahí está el problema, que no quieren desvelar.

Con la creación del banco desaparecen todos esos controles. Por lo tanto, los presidentes de las tres cajas deberían explicar con claridad y exactitud a qué se debe esta operación. Y a qué juegan. Si responde a la necesidad que tienen algunos de controlar un banco y, con él, sus elevadas finanzas.

Lo que estamos viendo de las experiencias que han salido adelante por la misma vía es que en Banca Cívica, donde la Caja de Ahorros de Navarra (CAN) se entregó, es que ha salido a Bolsa, han entrado inversores extranjeros como Crédit Suisse, que controla ya el 9,3% de Banca Cívica. En Caixabank, por otro lado, sus gestores también abrieron las puertas a los ricos como el magnate mexicano Carlos Slim, gran amigo de Felipe González. Es decir, ese camino de la privatización del negocio de los ahorros de muchos vascos lleva a que en un plazo no muy largo esos fondos no estén en manos de los vascos.

Por cierto, los directivos de Banca Cívica lo primero que han hecho, tras salir a Bolsa y perder su valor inicial, es subirse los sueldos un 46%. ¡Vaya ejemplo!

La pregunta es si los responsables de BBK, Kutxa y Vital también quieren seguir esos pasos, porque este proceso se está caracterizando por la rapidez con que se han adoptado las decisiones. Induce a la sospecha. Porque el mapa político en Gipuzkoa ha cambiado y porque a la hora de establecer la cuota de capital social que tendrá cada caja en el banco en cinco meses se ha modificado. Sólo cabe que las asambleas digan que no.

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