VUELTA 2011 |Segunda etapa
El reventador de apuestas
Christopher Sutton aprovecha el descontrol en un último kilómetro complicado para desbancar a los velocistas. El puntómetro permite a Bennati mantener el liderato en territorio Leopard. Klöden se deja más de un minuto en meta, donde también cede tiempo Sastre.
Amaia U. LASAGABASTER
No ha sido un buen fin de semana para los apostadores. La huelga de futbolistas les ha dejado sin una de las bolsas semanales más suculentas y es probable que los que se refugiaran en el ciclismo salieran escaldados con la victoria de Christopher Sutton (Sky) en la segunda etapa de la presente Vuelta.
Porque en La Nucia, 174 kilómetros al norte de la meta de Playas de Orihuela, los agoreros se dividían en tres grupos. Los que daban por seguro que Mark Cavendish lograría a la primera su objetivo de triunfar en las tres grandes esta temporada. Los que recordaban que al británico se le atragantan a menudo las primeras jornadas y concedían el favoritismo a cualquier otro corredor de la larga nómina de velocistas puros presentes en la Vuelta. Y por último los que, conociendo los últimos metros de la jornada, se decantaban por los ciclistas suficientemente potentes como para especializarse en sprints-trampa.
En quien nadie pensaba, probablemente, era en Sutton. Y ni siquiera en los dos hombres que le escoltaron en el podio, Vicente Reynes y Marcel Kittel, por mucho que el velocista de Skill haya festejado cuatro triunfos en la última Vuelta a Polonia. Y eso que no es la primera vez que el australiano protagoniza la sorpresa. Pocos habrían apostado a que la primera victoria en la todavía corta historia del todopoderoso Sky se la adjudicaría Sutton. Fue en casa, en el Tour Down Under, la temporada pasada. Antes de dejarse seducir por las libras de Murdoch, el australiano había ido engordando, con los maillots de Cofidis y Garmin, uno de esos curriculums más apañaditos que brillantes y que este año, el de sus 27, ha dado un paso adelante con los triunfos en la Kuurne-Bruselas-Kuurne y la Vuelta.
Lo podía haber redondeado, gracias a las bonificaciones, con el maillot de líder. Pero como su equipo también hizo saltar la banca, para mal, en la contrarreloj de la víspera, el rojo cambió de dueño pero no de escuadra. Sin sorpresa para el agraciado en este caso, porque Davide Bennati, como buen italiano, y según confesión propia, estaba convencidísimo de que subiría al podio por segunda jornada consecutiva, esta vez en solitario. Aunque habría preferido, como también admitía, que fuera como ganador de etapa.
Pero como casi todos los velocistas, el hombre de Leopard tuvo que seguir el duelo por la victoria a cierta distancia. Menos de la que cedieron otros sorprendidos de la jornada. Como Andreas Klöden, que parece no haberse sacudido el mal fario del Tour y llegó a 1.18, justo por detrás de Cavendish. O Carlos Sastre, que tampoco ha empezado con buen pie. Aunque en su caso sea más, con todo lo que queda por delante, una cuestión de moral que de distancia porque el de Geox apenas cedió veinte segundos. En los trece se quedaron Intxausti o Wiggins. Igor Antón, como Nibali o Van den Broeck, jugó sobre seguro y entró en el tiempo del vencedor.
Sorpresas finales, que no intermedias. Porque la etapa discurrió como se suponía. Ni siquiera el viento animó en los últimos kilómetros una jornada nuevamente bochornosa y con la cota de protagonismo usual para los aventureros. Fueron Adam Hansen, Steve Houanard, Paul Martens y Jesús Rosendo los que le dieron vidilla a la cabeza de carrera hasta que sus mínimas opciones se desvanecieron a 25 kilómetros de la meta. Para entonces, HTC -que había perdido a Matthew Goss, enfermo, por el camino- o Liquigas ya se habían unido a Leopard al comando del pelotón. Pero su mecanismo habitualmente perfecto no pudo evitar el descontrol final, con Cancellara y Boonen reventando al grupo en el repecho, mínimo pero contundente, del último kilómetro. Chris Sutton les estará eternamente agradecido.
Rabiosos el resto de hombres rápidos, que hoy tampoco lo acaban de tener claro porque los 163 kilómetros entre Petrer y Totana incluyen el Alto de la Santa a sólo trece de meta.
Sí se atuvo al guión la Vattenfall Cyclassics de Hamburgo. La victoria también recayó en el Team Sky, pero aquí sí fue para uno de los principales favoritos. Un hombre rápido, otra cosa parece imposible en la carrera alemana, y en buen momento como el que atraviesa Edvald Boasson Hagen.
Antes de que el noruego hiciese buenos los pronósticos, Dani Sesma (Euskaltel) se unió a un cuarteto de lujo para mover la carrera. Junto a Lars Bak, Thomas de Gendt, Pavel Brutt y Jan Barta saltó del pelotón en los primeros kilómetros para conformar una fuga que llegó a tener buena pinta pero que a 35 kilómetros de meta ya gozaba de menos de un minuto de renta. Brutt y Bak fueron los últimos en rendirse antes de que otro grupo tomara su relevo en cabeza de carrera. Con nombres igualmente sonoros -Nocentini o Geraint Thomas, entre otros- y de nuevo con un hombre de Euskaltel, en este caso Rubén Pérez.
Pero las sorpresas se circunscribieron ayer a la Vuelta. Aunque con buena parte de los velocistas cortados tras la última ascensión al Wasebard, la carrera se resolvió al sprint. Boasson Hagen agradeció el trabajo de Geraint Thomas levantando los brazos, mientras Gerald Ciolek y Borut Bozic le escoltaban en el podio final.
Tampoco Anthony Ravard (AG2R) permitió imprevistos y se adjudicó por tercera vez -segunda consecutiva- la Clásica del Indre. El sprinter francés aventajó en línea de meta a Yauheni Hutarovitch y Jasper Bovenhius. Tony Gallopin, octavo, mantiene el liderato en la Copa de Francia.
GARA