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Bikendi Barea Parlamentario de Bildu

Recaudación fiscal, recaudación insolidaria

El problema no es tan sólo cuánto se recauda, sino fundamentalmente de qué bolsillos se obtiene el dinero

El gobierno de Navarra nos ha presentado estos últimos días la recaudación obtenida en la aplicación de los diferentes impuestos a los y las ciudadanas navarras durante los seis primeros meses del año en curso. (Quizás y sin entrar en cuestiones semánticas profundas, aplicando una lectura social, seria mas correcto decir «perpetrar» la recaudación antes que presentarla).

A primera vista el incremento en la recaudación da una cifra porcentual alrededor del 13%, lo que supone contar con 154 millones de euros más en las arcas de Navarra. El axioma neoliberal de lo bueno que es ingresar se destiñe con la pregunta del cómo.

Los 154 millones de euros, que no son precisamente peccata minuta, pueden dar una imagen distorsionada de la realidad, pues el incremento de la recaudación no está apoyado como sería de desear en la lucha contra el fraude fiscal o en el equilibrio del afán recaudatorio entre el capital y el trabajo, sino en desfavorecer y maltratar económicamente a las capas sociales más humildes como pensionistas, parados y mileuristas; sistemática, por otro lado, ampliamente extendida y generalizada.

La evolución de la recaudación fiscal tiene una tendencia antisocial y está lejos de lo que podemos considerar como justa y progresista. Por una parte crecen los ingresos que proceden de los impuestos indirectos, impuestos cotidianos que pagamos los ciudadanos y ciudadanas navarras de forma igualitaria sin importar el volumen de ingresos. La recaudación de estos impuestos indirectos se ha incrementado espectacularmente en un 23,89 %.

En contraposición, el bloque de los impuestos directos, que son los que guardan relación con el nivel de ingresos y representa un reparto mas equitativo de la imposición, tales como el IRPF y el Impuesto de Sociedades, han sufrido una disminución cuantitativa en los seis primeros meses del presente año, lo que conlleva una reducción porcentual del 1,62 %.

Su significado para nosotros, los simples mortales que no moramos en el Olimpo de los dioses, es que la recaudación por impuestos indirectos, esos que vacían nuestros bolsillos a diario de una forma premeditada, a veces con nocturnidad pero siempre con alevosía; los que recaen y caen en la cesta de la compra; esos que manan de las mangueras de la gasolina; los que se trabajan en contra nuestra en los lugares de ocio, van erosionando y mermando las economías mas frágiles y los sectores mas desfavorecidos. Así pues, el problema no es tan sólo cuánto se recauda, sino fundamentalmente de qué bolsillos se obtiene el dinero.

El indicador que hace colmar el vaso de la paciencia está en la recaudación por el impuesto de sociedades, que lejos de desbordarse como sería de desear, ha obtenido una «pertinaz sequía» en un retroceso difícilmente entendible del -47,1%, pasando en estas horquillas semestrales, de los 40.170.358 euros a la exigua cantidad de los 21.249.226 euros.

Este «desinflado» en la recaudación del impuesto de sociedades se pretende compensar y aliviar con lo que nos cuesta a todos y todas las navarras el aumento del IVA y que se han visto incrementado en un 42,75% en este primer semestre. Felicidad para la administración que ve engordar las arcas publicas y desdicha con «resignación cristiana» para el resto de nosotras y nosotros.

Las distintas gentes que componemos Bildu, aun de distinta procedencia y espectro ideológico, tenemos apreciaciones y concep- ciones diametralmente opuestas a las que imperan en las distintas administraciones, contrarias a un sistema impositivo progresista, con progresividad y socialmente equilibrado. Un sistema impositivo que sirva para disminuir las desigualdades sociales y no para perpetuarlas.

El centro de gravedad no está en rebajar o mantener el Impuesto de Sociedades, en potenciar indiscriminadamente los incentivos, bonificaciones y exenciones fiscales para determinados empresarios o para culminar disminuir la progresividad fiscal del IRPF, sino que debe situarse mucho más cercano a la práctica totalidad de la población y a su precaria situación económica y social.

Unos impuestos equilibrados y justos son los que nos permitirán «sobrevivir» con garantías y dignidad en estos tiempos de profunda crisis; no lo olvidemos, crisis originada por las estructuras más acomodadas y elitistas de la sociedad occidental.

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