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Raimundo Fitero

Siempre toca

Adentrándose quizás en la sociología recreativa, se podría entender que el auge que están teniendo actualmente los concursos televisivos se deba a la propia crisis económica. Por el lado de la producción los concursos son productos relativamente baratos y por parte de la audiencia, que tanto los sigue, es probable que ayude esa necesidad de encontrar a alguien que le va bien en la vida, que tiene suerte, que gana un dinero a base de muy poco esfuerzo.

Probablemente todo sea más casual y al igual que hubo un tiempo cercano que parecían que habían pasado de moda, ahora vuelven con renovadas fuerzas y lo hacen con formatos nuevos, o con clásicos remozados al gusto actual. En todos los casos plantados como entretenimiento familiar, y quitándonos los complejos sociológicos, desde que empezó el invento, los concursos han sido materia prima fundamental y lugar de concitar audiencias extraordinarias.

En estos momentos suceden cosas como es que un mismo presentador, Jesús Vázquez, aparezca en la misma cadena, Cuatro, con dos concursos, uno que parecía infalible, «¡Allá tú!» cosechando unas bajísimas audiencias, pero a la vez con el nuevo, «Una para ganar», está compitiendo en horario de máxima audiencia con resultados suficientes. En este último concurso de pruebas físicas bastante inverosímiles, y eso siempre llama la atención.

Pero las generalistas andan como locas con los concursos, semanales o diarios, y Carlos Sobera es campeón en esos menesteres, ahora atrapando millones a todas las horas en Antena 3, aunque compite en la misma cadena con Arturo Valls, con fórmula antigua remodelada, «Ahora caigo» que está obteniendo una magnífica respuesta de audiencias con ese concurso donde al perder el concursante desaparece porque se le abre el suelo. Los clásicos se mantienen con mayor fuerza que nunca, el adorable y eterno «Saber y ganar» de La 2, o el anacrónico «Ruleta de la fortuna», que le ha dado consistencia Jorge Fernández y el todavía competitivo «Pasapalabra» entre otros que por ahí pululan. Así que siempre toca, si no es un pito, una pelota, pero los concursos son el formato de moda. Hasta que nos saturen y se agote el filón.

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