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Bermutean... JONE ARTOLA

«La comida en solidaridad con los familiares de presos es especial»

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Agustín GOIKOETXEA | BILBO
 
Han transcurrido seis jornadas de fiesta. Jone Artola mantiene todas sus constantes vitales en regla a pesar de que a su alrededor es apreciable que a algunos y algunas las fuerzas les flaquean siguiendo el ritmo de Marijaia. Reconoce que disfruta de Aste Nagusia, especialmente los que son para ella, como integrante de Etxerat, sus «momentos mágicos», aquellos en los que llegan a humedecérsele los ojos al recordar a los represaliados políticos vascos; uno, su hermano Joseba.
 
Uno lo vivió al poco de que Marijaia, acompañada de su cohorte, abriera las txosnas. «En fiestas, siento un sabor agridulce. Por una parte, me alegro y me imbuyo en la fiesta, pero rápidamente me acuerdo de aquellos que están allí, en las cárceles, a cientos de kilómetros», confiesa en pleno muelle del Arenal, un espacio querido por Artola. La cita es antes de la encartelada semanal del martes, que este año por decisión del Departamento de Interior se tiene que realizar en la Plaza de Pio Baroja, no frente al Arriaga, donde llevan décadas reuniéndose para reivindicar los derechos de sus familiares y amigos. También en Aste Nagusia, con la presencia de Marijaia y las comparsas.
 
Es otro momento «especial» para esta mujer a la que le ha tocado ser, en muchas ocasiones, portavoz de un colectivo que reclama derechos para sus seres queridos. Hoy, precisamente, se celebra otro de los «días especiales» para Jone Artola, el de la comida en solidaridad con los familiares de los represaliados políticos. «Hay un ambiente muy majo. Nos vemos gente que, por circunstancias de la política de dispersión, hace tiempo que no nos vemos. Es momento de abrazos, de confidencias, de charla distendida, de pasar un buen rato», explica. Luego, como cada viernes del año, subirán hasta Jardines de Albia, frente a Sabin Etxea, para despedir al autobús que viaja con algunos de los propios comensales hasta Puerto de Santa María.
 
A pie de txosna, reconoce que su espacio natural en fiestas, es este recinto. «No me gustan las barracas ni los toros, me recuerdan el franquismo. Esto –en referencia a Aste Nagusia– es gracias al esfuerzo de los bilbainos, de las comparsas, que podamos disfrutar en la calle de multitud de actividades para todos, de forma gratuita. Es un lujo».
La componente de Etxerat se remonta a finales de los años setenta. «Recuerdo las primeras fiestas; fue un torbellino en el que entre todos y todas sacamos adelante Aste Nagusia, en la que tiene cabida todo el mundo, incluso los que la detestaban, y las reivindicaciones. Las primeras bajadas desde la basílica de Begoña no se olvidan», apunta. Afirma que es un modelo que está consolidado, aunque no oculta que el Ayuntamiento, quienes lo gobiernan, están empeñados en desdibujarlo. «Aste Nagusia es un derecho colectivo, fruto del esfuerzo y compromiso de cientos, miles de personas, en el que las comparsas tienen un protagonismo fundamental», manifiesta.
 
Entre trago y trago, no se olvida de apuntar que este año y el anterior echa en falta las txosnas de Txori Barrote y Kaskagorri, a pesar de que las camisetas de los del pájaro carpintero y los seguidores de Asterix están en la calle y continúan con sus actividades. Son «irreductibles», como el pequeño galo que en la trasera del Arriaga reivindica el modelo plural y participativo de Aste Nagusia.
El tiempo apremia, la hora de la encartelada se acerca, pero Jone Artola aún tiene tiempo para volver a reiterar que las fiestas del Botxo, referente mundial, incluso antes que el Guggenheim de Frank Ghery, son posibles gracias al trabajo «altruista y militante» de cientos de comparseros. «Sería muy importante que se recuperasen muchas de las comparsas de barrio que desaparecieron», añora la  componente de Etxerat.
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