Imanol Intziarte Periodista
Fumata blanca sobre el verde césped
Fumata blanca. Este fin de semana tendremos fútbol en las máximas categorías y, qué quieren que les diga, particularmente la noticia me ha alegrado el día. Cada cual tiene sus perversiones y ver a veintidós tíos en calzoncillos corriendo detrás de un balón -sobre todo si once de ellos visten una camiseta a rayas azules y blancas- me pone. Además, no les cuento la diferencia entre pasarse el fin de semana en esta casa con o sin partidos que echarse a la vista.
En este tema, el corazón suele ir por un lado y la cabeza por otro. Resulta evidente que el impago a los jugadores -o a los proveedores, o a Hacienda- no es sino la punta del iceberg de un problema estructural. Los clubes de fútbol cuentan con bula para hacer económicamente lo que les salga del banderín del córner, y si la cosa se desmanda ya vendrá la administración pública o la entidad financiera de turno -o ambas- para sacarles las castañas del fuego. Podríamos culpar a los políticos que no tienen redaños para ponerle el cascabel al gato, pero quizá sería más justo mirar a esa «opinión pública» para la cual el mantenimiento de dichos privilegios es determinante a la hora de elegir el color de su papeleta electoral.
Llama la atención que en el estado con, oficialmente, mayor índice de paro de Europa -más del 20%,- las huelgas de las que más se hable y por las que más gente se queje sean la de los futbolistas y la de los controladores aéreos. Al respecto, he escuchado varias interpretaciones, aunque se resumen en dos. Una, que hay mucha gente currando «en negro», y que con lo que se saca por ese lado y las prestaciones por desempleo vive más ancha que pancha. La segunda es que somos directamente gilipollas.
Otro aspecto, ligado con el anterior, es que quienes tienen capacidad para plantear protestas unánimes y con repercusión social son colectivos que en líneas generales están muy bien remunerados y que cuentan con sindicatos sectoriales propios, al margen de las centrales generalistas. Ya he advertido que en este aspecto los propios vicios y el corazón tiran mucho, pero al menos démosle unas vueltas al coco.