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Se juegan el amor y el odio hasta el límite

Algo tan del país como el desafío, esa espiral de jugárselo todo, es el punto de partida y el desenlace de «Arriya», la ópera prima de Alberto Gorritiberea que hoy llega a nuestras salas de cine. En algún lugar de la muga, se enfrentan tres familias, tres idiomas -verla es disfrutar con su euskara-. Hay contrabando, apuestas.... elementos no le faltan.

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Amaia EREÑAGA | DONOSTIA

Fuera ya de la sala de cine, la preciosista banda sonora compuesta por Bingen Mendizabal para «Arriya» se queda como colgada en los oídos. No extraña, la verdad, que el pasado mes de abril en el Festival de Málaga se llevara el premio a la mejor banda sonora original, aunque sí sorprende la elección de un certamen como el malagueño para la presentación en sociedad de una película que, a priori, podría ser tan «local» por su temática -la Euskal Herria rural y, como excusa, una apuesta en torno al arrastre de piedra- y por su «mundo» idiomático -sus personajes se expresan principalmente en euskara, con mezcla de castellano y francés-. La apuesta le salió bien a la película de Alberto Gorritiberea, quien ayer reconocía en Donostia lo arriesgado de la elección del formato de tres idiomas, pero una puesta que también le servía para demostrar que tenemos un «pequeño tesoro» idomático.

Además del galardón a la mejor banda sonora original, «Arriya» se llevó otros cuatro premios en el certamen malagueño: mejor ópera prima, mejor fotografía (Gaizka Bourgeaud), mejor vestuario (Saioa Lara) y mejor actriz de reparto (Begoña Maestre). Tras participar en julio pasado en la Sección Oficial del veterano festival checo de Karlovy Vary -también se podrá ver en el inminente Festival Internacional de Cine de Donostia, en el ciclo Zinemira dedicado a nuestro cine-, ahora por fin llega a nuestras salas comerciales, en la que será su auténtica prueba de fuego.

Producida por Alokatu con la participación de ETB, «Arriya» se estrena en todo el Estado y se proyectará en las capitales de Hego Euskal Herria, aunque también se han distribuido copias en muchos otros puntos, como, por ejemplo, Zumaia, en donde esta noche contarán con casi todo el elenco en persona para un estreno muy especial. No en vano, se puede decir que «Arriya» es muy de Zumaia: zumaiarra es su director Alberto Gorritiberea; también lo es el actor Kandido Uranga, y parte de las localizaciones han sido efectuadas en esta localidad o en la vecina plaza de Zestoa -la imagen de esta plaza, tan «de piedra», en la escena final del arrastre de piedras resulta realmente espectacular-.

La historia que se enrosca alrededor de la piedra que da título a la película se desarrolla, sin embargo, en algún pueblo fronterizo del que no se dan excesivos datos -excepto la presencia del contrabando y de la omnipresente Guardia Civil- y durante siete días, aunque el cineasta juega también con tiempo como el reloj de la iglesia que intenta arreglar uno de los personajes: va siempre para atrás. Amor, odio, tradiciones, rencor, familias, un río, un molino y naturaleza a raudales se mezclan en este drama rural que se desarrolla también en un momento atemporal de mediados del siglo XX.

Peru, el personaje interpretado por Iban Garate («Aupa Etxebeste» y trabajos televisivos como «Goenkale»), es un buen chaval, pero sin iniciativa, atado a su casa y a su compromiso con la tradición, una forma de ser que le impide tomar sus propias decisiones y que al final le aboca a hacer siempre lo que debe. Peru está enamorado desde niño de la hija del «maketo», María, una estupenda Begoña Maestre, actriz barakaldesa que ha trabajado sobre todo en Madrid y a la que hemos podido ver en «Hospital Central» o «Amar en tiempos revueltos». Según apuntó ayer la actriz, «la piedra de María es Peru. María es el personaje que consigue cruzar el río y asumir sus decisiones».

El triángulo se completa con la hija del rico del pueblo, una Jone de tintes trágicos (interpretada por la actriz Sara Casanovas, protagonista de la tercera temporada de la televisiva «Amar en tiempos revueltos»), que regresa al pueblo «para redimirse a través del amor». Los tres son los vértices de una historia en la que, en realidad, lo que se enfrentan son un pueblo y, en concreto, dos familias entre las que media una apuesta de mover la piedra a la que hace referencia el título. Una piedra que sirve como metáfora del inmovilismo y de la inercia, del peso de la tradición... y una piedra también que ha llevado colgada Alberto Gorritiberea desde hace nada menos diez años.

Porque, como apuntaba ayer el cineasta en la presentación de la película ante la prensa, la que «reivindica» como su ópera prima personal la lleva arrastrando desde hace una década, tiempo en el que ha trabajado en el mercado audiovisual o ha estrenado largometrajes como «Eutsi!» (2007) -apuntó que fue un encargo, por eso no la considera propia- y ha filmado los documentales «1908-2008 y sigo...», sobre Jorge Oteiza, y «Flysch, Haitzen Hitza», un documental que relata la historia geológica de nuestro planeta partiendo de los acantilados de Zumaia.

Para «Arriya» ha contado con un equipo, tanto técnico como interpretativo, principalmente de aquí. Destacan, sobre todo, los estupendos actores secundarios que dan «carne» a la historia. Por un lado está la «parte» del caserío de Atxon, interpretado por un Ramon Agirre empeñado en jugarse el caserío y las tierras de su mujer a que su mulo ganará al caballo del «maketo». La «unidad familiar» la completan Peru, su hermano Patxi (Egoitz Lasa) y una madre, interpretada por Iñake Irastorza, que «manipula a través del cariño», en sus propias palabras.

Kandido Uranga, un actor relacionado siempre con el cine y el teatro en euskara, reconocía ayer que le había sorprendido la propuesta de que interpretada al «maketo» Pako, lo que le ha obligado a rodar en castellano. Él es el cabeza de familia de una unidad en la que María sabe que debe escapar, con un hijo al que le unen la amistad y los celos con su enemigo Patxi, una mujer francesa que se ha vuelto loca... El mosaico de personajes, como se ve, resulta de lo más amplio, con el rico (Joseba Aapolaza), el tío Dionisio (Zorion Egileor)....

En la película, además, hay algunas curiosidades. Por ejemplo, la utilización del euskara. El que se escucha es un euskara guipuzcoano unificado de alguna manera, en el que se han evitado los excesivos localismos que lo hicieran difícil de entender para el resto.... y, curiosamente, el encargado de la «pulcritud» de todo era el propio actor protagonista Iban Garate. Hasta aparece en los títulos de crédito. Él ayudó también a la gallega Sara Casasnovas a expresarse en euskara, una experiencia que ella ayer relataba con naturalidad. No en vano, apuntó, el gallego que aprendió de niña era un dialecto, no el gallego unificado que se enseña en la actualidad.

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