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pp y psoe PACTAN LA MODIFICACIÓN CONSTITUCIONAL EXPRÉS

El PSC sigue esperando a Godot

David FERNÁNDEZ Periodista

Cautivo y desarmado de todo su poder institucional y despojado de las cuotas de poder omnímodo de las que disponía hace apenas diez meses, nada hace prever que los diez senadores catalanes del PSC decanten la balanza a favor de un referéndum sobre la reforma constitucional pactada por PP y PSOE.

Recluído en sus cuarteles y en gaseoso estado de shock, la reciente debacle electoral del PSC, el control del partido por el apartchik de Montilla y el aplazado congreso del socialismo catalán hasta que las elecciones del 20-N clarifiquen otro escenario son claves ineludibles que anuncian que no será así. Y más todavía tras un ciclo político donde las oportunidades perdidas por el PSC para marcar perfil político propio han sido innumerables. Particularmente intensas en el proceso frustrado de reforma estatutaria. Cuando las opciones de perfil propio diferenciado fueron cortocircuitadas, desde dentro y desde fuera, por los monitores de la sala de mando de Ferraz. Convirtiendo esa posibilidad en un eterno imposible que, como Godot, nunca acaba de llegar. Y aunque siempre estaba a punto de cruzar el umbral de la puerta, acababa indefectiblemente en más dependencia, mayor sumisión y nula capacidad propositiva.

Lejos queda, claro está, Ciutadans pel Canvi -la plataforma maragallista ya disuelta-, los primeros compases discursivos del primer tripartito o el federalismo asimétrico propuesto por el defenestrado expresident Pasqual Maragall. Defenestrado por los suyos, sobra aclararlo. Por eso los silencios densos que acompañan ya al próximo congreso de Sitges no hacen prever novedades. Balsa de aceite anunciada, a pesar de la constitución de Nou Cicle como corriente renovador.

Hoy por hoy, el siempre recurrente sector catalanista del PSC prefiere el estado líquido al sólido y la inconcreción al fracaso. Aunque periódicamente la propuesta sobre la necesidad de un espacio catalán socialdemócrata suma declaraciones y adeptos. A imagen y semejanza de la Olivera italiana tal vez, como sugiriera Carod-Rovira. O dejando atrás el PSC e incorporándose al gobierno de CiU, como ha sucedido con el actual consejero de Cultura Ferran Mascarell. Anunciando, en todo caso, los estertores del sistema catalán de partidos nacido con la transición y el fin del PSC-PSOE como garante del régimen, porque al PSC se le agota el tiempo político de estar en misa y repicando.

Mención agravante aparte merece -en el actual contexto de crisis social, desafección política y deriva socialdemócrata- la complicidad directa del PSC en la propuesta de reforma constitucional. En su triple vertiente de secuestro de la soberanía política, elevación a rango constitucional del dogma neoliberal e imposición e intervención de los mercados financieros. Que la sacrosanta e intocable Constitución sea súbitamente reformable es puro cinismo. Que lo sea, además, para hacer inmodificable la política económica de la Escuela de Chicago es directamente un fraude.

Reforma que elevará a doctrina constituida el revisitado aforismo. Que el poder es como un violín. Se podrá tomar con la izquierda. Pero será obligatorio, sórdido imperativo legal, tocarlo con la derecha.

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