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Amid Muna, el librero de guardia

Pocos conflictos en el mundo arrastran una carga tan compleja de tragedias y significados divergentes. Guerras, invasiones, desplazamientos de población civil, han acabado por difuminar las raíces y las consecuencias del conflicto árabe israelí. La librería de Amid Muna, en Jerusalén este, es un faro que arroja luz, desde el conocimiento crítico, sobre el conflicto.La Educational Bookshop ES Un pulmón cultural en el que se han involucrado cooperantes, periodistas y demás fauna de expatriados de paso por la ciudad.

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Juanma COSTOYA | JERUSALÉN

En Jerusalén este, cerca de la puerta de Damasco y en las inmediaciones de la estación árabe de autobuses con destino a Cisjordania, se sitúa la calle Salah ad Din, en cuyo número 19, Amid Muna y su familia regentan, desde hace un cuarto de siglo, una librería de referencia para todos los visitantes de la histórica ciudad. Entre sus anaqueles pueden encontrarse una amplia variedad de títulos en inglés, francés y castellano, así como una surtida representación de prensa árabe, israelí e internacional. Allí tienen también cabida compactos de música clásica y películas que reflejen la cambiante y difícil realidad de esta zona del mundo. Esta vocación didáctica se extiende también a buena parte de los volúmenes que pueden adquirirse en la librería, ya que, sin perjuicio de encontrar todo tipo de publicaciones, como los clásicos de la colección Penguin o las guías Lonely Planet, son los libros históricos, de análisis político o sociológico sobre la realidad de los territorios ocupados y de Israel, los que ocupan un lugar preferente. Autores como Robert Fisk, Noam Chomsky y Amín Maalouf comparten espacio con biografías del político británico David Balfour o con autores israelíes como Uri Avnery, Amira Hass, Zalman Amitt y Daphna Levit, estos últimos autores de «La agenda oculta del proceso de paz en Oriente Medio».

Si la actualidad de los territorios y su historia se reflejan en numerosos títulos de la librería de Amid Muna, su otro gran fondo editorial está dedicado a la cultura árabe. Aquí figuran atlas de lugares históricos y bíblicos, libros de arquitectura popular, volúmenes gráficos sobre la historia del vestido tradicional árabe y su evolución en los últimos decenios o volúmenes de fotografía con testimonios en blanco y negro de la vieja ciudad de Jerusalén. La librería funciona, en este sentido, como un portavoz de la pujante cultura palestina y árabe en general, contemplada desde dos perspectivas distintas y complementarias: la de la memoria por un lado, que sirve para explicar el presente, y la de la actualidad por otro, la que trata con sus análisis de anticiparse y explicar el futuro.

El retrato de la librería de Imad Muna y su familia quedaría incompleto haciendo únicamente un repaso de sus fondos bibliográficos, discográficos o de películas. El verdadero acierto del librero árabe ha sido el haber construido un pulmón cultural en el que se han involucrado, de una u otra forma, muchos de los cooperantes, periodistas, diplomáticos y demás fauna de expatriados de paso por la ciudad. La Educational Bookshop, nombre oficial de la librería, funciona más como una agencia cultural que como una librería al uso. Aquí se venden libros como en cualquier librería, pero, sobre todo, se ha construido un clima que fomenta la curiosidad ilustrada hacia lo que pasó y lo que realmente sucede, a día de hoy, en Palestina e Israel. Una curiosidad entendida en su sentido amplio y poliédrico, que abarca la compleja realidad social y política, las guerras entre árabes e israelíes, los campos de refugiados, el proceso de paz, pero también y sin distinción, la arquitectura popular, la literatura, la historia...

Amid Muna parece consciente de que si la Historia con mayúsculas y las historias con minúsculas se separan sólo habrá un beneficiado: el que tenga intereses bastardos. Y en esta tierra de fronteras cambiantes y arbitrarias esta tentación se ha materializado y sigue haciéndolo en numerosas ocasiones. De este clima cultural global impulsado desde la librería forman parte las presentaciones de libros, las charlas y los debates con los autores, las conferencias, la proyección de películas y hasta los festivales de cortos sobre una ciudad tan mítica, apasionante y trágica como Jerusalén.

Además de estas formas de «resistencia cultural», Amid Muna y su familia han sabido dotar a su librería de un ambiente en el que la hospitalidad y el refugio sobre el bullicio exterior son nota destacada. Su ofrecimiento de pastas francesas, café italiano y desayunos, encuentra eco en la comunidad foránea que degusta las especialidades mientras hojea la prensa internacional. Su amplísimo horario, de ocho de la mañana a diez de la noche y de lunes a domingo, ininterrumpidamente, hace las funciones de una librería de guardia presta a socorrer a sus clientes con lecturas, café o contacto humano.

Educational Bookshop funciona también como una modesta industria local. Buena parte de los libros y guías tienen precios muy por encima de lo que un vecino de este barrio de Jerusalén oriental puede permitirse. Son volúmenes llegados desde Europa o Estados Unidos y su función fundamental es la de servir como altavoz de una realidad diferente a la oficial. Sin embargo otros libros y folletos que anuncian actividades o glosan conferencias, son encargados en las imprentas árabes de la ciudad, con lo que una pequeña burbuja de oxígeno alcanza a la muy castigada economía local.

La librería celebró, semanas atrás, su veinticinco aniversario. Sin embargo, la trayectoria cultural de Amid Muna es aún más dilatada y se remonta a los años en los que la familia del intelectual palestino Edward Said regentaba otra librería de idéntico nombre y que se ubicaba en la misma calle, solo unos metros más adelante que la actual. La «Educational Bookshop» original es ahora una papelería que vende agendas, rotuladores y material de oficina. Si el núcleo original del negocio fue una librería que vendía volúmenes árabes encuadernados en rojo, verde y oro, la influencia intelectual de Edward Said alcanza, de una forma u otra, al actual negocio regentado por Amid Muna y su familia.

Edward Said (1935-2003) fue un activista palestino, crítico político y teórico literario. Su familia, árabe cristiana, fue desplazada de su hogar tradicional durante la guerra que siguió a la proclamación del estado de Israel (1948). Said se educó en El Cairo y en Estados Unidos y con el tiempo llegó a ser profesor de literatura comparada en las Universidades de Columbia, Harvard, Johns Hopkins y Yale. Como activista político se mostró en abierto desacuerdo con los Acuerdos de Oslo, auspiciados por la Administración Clinton y firmados entre el histórico líder palestino Yasser Arafat e Isaac Rabin como representante de Israel. Said se oponía al considerar que dichos acuerdos invalidaban el conocido como «Derecho al Retorno», una cláusula, para Said innegociable, según la cual todos los árabes desplazados de sus hogares debieran tener el derecho a volver a sus casas.

Una de las iniciativas más conocidas de Edward Said fue la creación, junto con el judío Daniel Baremboim, de la Orquesta Diván Este Oeste, en la que se juntan talentos musicales judíos y palestinos en gira por el mundo.

La influencia de su obra se deja notar con fuerza en la filosofía que sustenta la librería de Amid Muna. Said publicó un libro, «Orientalismo», en 1978, que fue clave para dar a conocer su pensamiento respecto de la relación entre las sociedades árabes y musulmanas con Occidente. Said sostenía en su libro que, Europa primero, y más tarde Estados Unidos, han llenado de estereotipos y prejuicios el pensamiento occidental a la hora de juzgar a los árabes. Y todo ello con una finalidad clara, la de permitir que el colonialismo europeo en primer lugar y después el imperialismo norteamericano, llevaran a cabo sus propósitos comerciales y estratégicos disfrazados de colaboración o ayuda a poblaciones incapaces. Según la tesis defendida en «Orientalismo» el estereotipo del árabe se reduce al que suministra petróleo o al terrorista. Ni una palabra de su compleja y diversa sociedad, de su abrumadora cultura, de su concepción familiar y social, de su forma de vida o de los numerosos y decisivos matices que sostienen su religión. Existiría por tanto un evidente interés en presentar, también a los palestinos, como seres groseros, con costumbres zafias propias del medioevo, acostumbrados a dirimir las diferencias propias y ajenas con el cuchillo o la bomba como argumentos, seres alardeantes y fanfarrones cuya máxima aspiración pasaría por poseer anillos, ropa cara y de mal gusto y rugientes Mercedes. Gentes de no fiar en definitiva. Parece evidente que lo que así se buscaría es la justificación de una forma de tutela sobre estos pueblos, eternamente menores de edad, a los que otros estados pueden arrojar de sus tierras y confinar impunemente entre muros.

No olvidar lo sucedido, buscar explicación al presente, caer en la cuenta de las potencialidades propias, aprovechar las opciones que la tradición y la cultura proporcionan pudieran ser el camino más preciso de salida al conflicto. Es en este sentido que la librería de Amid Muna y su familia perpetúa el mensaje de Edward Said en el sentido de que la cultura, la conciencia crítica, abierta y alerta, pueden llegar a transformarse en el arma más eficaz en la lucha contra la injusticia. Muchos de los que han paseado por el 19 de Salah ad Din y han traspasado el umbral de entrada a la librería lo saben.

 
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