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Raimundo Fitero

Impulso sexual

Recorren YouTube imágenes de una alcaldesa belga practicando sexo en un torreón del Castillo de Olite. En el DEC de Antena 3 del pasado viernes sacaron imágenes del bailaor Antonio Canales practicando sexo oral con su acompañante en una playa barcelonesa a plena luz del día. Es el impulso sexual irrefrenable, que en estos tiempos del desarrollo digital y de que cada individuo occidental va por la calle armado con una cámara de fotos, por lo menos, es más que seguro que acabes en las páginas web porno, apartado «pilladas». Han habido otras fotos más modositas que afectan a personajes conocidos en otros lugares públicos, que no merecen la pena tratar, ni hacer consideraciones morales o éticas, sobre la privacidad, la exposición pública, la emisión de esas imágenes, porque es tema muy sometido a vaivenes de opinión y con sentencias en los juzgados dispares.

Pero lo del impulso sexual se traduce en ocasiones en una cuestión muy peculiar con unas connotaciones que nos sitúan en otro plano del análisis de nuestra sociedad. Se nos asegura que en Barcelona se está viviendo en estos momentos un baby-boom muy circunstancial, ya que están naciendo aquellos niños y niñas que fueron concebidos a raíz de un famoso partido del siglo en el que el Barça le endosó nada menos que cinco goles al Real Madrid del resentido Mourinho, hace ahora nueve meses. Vayamos por partes.

Relacionar fútbol y sexo, es una buena forma de crear un binomio con situaciones colectivas que desembocan en una satisfacción individual. La euforia del aficionado se transforma en apetito sexual que es correspondido por la otra parte porque se entiende que participa del mismo gusto futbolístico o porque se aprovecha de esa sobrexcitación de su pareja. Hasta ahí vamos bien. Lo mismo que sabemos que cuando hay campeonatos del mundo se aumenta el consumo de sexo de pago. Lo que no queda tan claro, a no ser que sea una estrategia de mercado, es que cada vez que un equipo gana crezca el índice de natalidad. Recordemos aquello de que sexualidad no es maternidad. Sea como sea, estudiemos el caso despacio, porque habrá que mirar qué nombres reciben estos recién llegados a la Liga bipolar.

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