Las cámaras en la calle, acompañadas de periodista que introduce en el asunto, entrevista o comenta la realidad, es un género que se usa de manera diferente según intereses, horarios y circunstancias. Se diría que la capacidad tecnológica haría de este modelo de información un signo de distinción de la propia televisión. En vivo y en riguroso directo es cuando el invento se convierte en una herramienta de comunicación instantánea y que nos acerca a las realidades de la manera menos intervencionista posible.

En la práctica es un cúmulo de variaciones que nos dejan descolocados. Si bien se han puesto de moda los programas extensos tipo «Euskadi en directo», lo cierto es que este modelo, no siempre nos ofrece las sardinas frescas, sino que están pregrabadas, y sobre todo, se dedican a un recorrido más anecdótico de la vida cotidiana, las fiestas o los sucesos.

Quedarían los noticiarios como lugares en donde esa conexión en directo con el centro de la noticia nos situaría de manera esencial en el uso caliente del medio. Pero entonces se queda todo atrincherado a los atascos, las escaleras de los juzgados y algún acontecimiento político, descontando la vida propia de los asuntos futbolísticos. Parece poco uso. Y con condicionantes, porque si eso sucede en los noticiarios del mediodía, a la tarde-noche se acostumbran a repetir, sin más, y solamente si se mantiene alguna noticia muy candente se sigue con el directo. La mañana se ha perdido, se conecta con la cámaras de las carreteras y si ha existido un fenómeno meteorológico o una catástrofe.

La televisión brasileña O Globo, de la que tanto se habla y no siempre para bien, emite noticiarios de primera hora de la mañana con conexiones en directo y lo sorprendente es que he podido ver, tras otras conexiones, a un director de un festival internacional de teatro entrevistado en directo a las seis y treinta minutos de la mañana, acompañado por un grupo de música tocando en vivo. Conmovedor. Aleccionador. Se trata de una cadena privada, con mucho poder de convocatoria. En la desconexión local, de la capital de Brasil, y señala una inquietud por los asuntos culturales vivos. Un servicio público.