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La gestión de la crisis libia ha convertido el Sahel en un polvorín

El Sahel africano, una vasta y porosa región donde ya eran especialmente activos la sección magrebí de Al Qaeda y los traficantes de todo tipo, se ha convertido en un polvorín con la llegada masiva de armas y de grupos armados procedentes del escenario bélico libio. Por si ello fuera poco, miles de emigrantes que trabajaban en el país árabe están regresando a sus países, aquejados de una pobreza endémica y a los que hace años no llegan ni siquiera los turistas.

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La crisis en torno a la revuelta libia y la intervención de la OTAN ha convertido el Sahel en un polvorín, con la llegada masiva de armas y de mercenarios en una región ya asolada por la actividad de Al Qaeda y el contrabando y con el retorno de miles de trabajadores emigrantes. Es la principal y demoledora conclusión de los participantes en una conferencia internacional sobre el futuro de esta estratégica región africana, con una extensión de cerca de 8 millones de kilómetros cuadrados repartidos sobre todo entre Argelia, Mali. Níger y Mauritania.

El ministro de Exteriores de Níger, Mohamed Bazum, incluyó otra variable en el polvorín de una zona azotada por el activismo yihadista y toda suerte de tráficos transnacionales favorecidos por la imposibilidad de asegurar sus porosas fronteras: la endémica pobreza que azota a la región.

Una pobreza exacerbada con la desaparición de uno de sus magros recursos, el turismo, desaparecido por la presencia de Al Qaeda en el Magreb Islámico (Aqmi), marca que reivindica el secuestro de extranjeros, y de traficantes de todo tipo, de droga, armas y de seres humanos -la emigración que busca llegar a Europa- en esta inmensa antesala del desierto.

La circulación de armas ha aumentado y ya no se limita a armas de pequeño calibre, sino que incluye explosivos extremadamente potentes como el «semtex», del que se han requisado recientemente 500 kilos.

Bazum señaló que en la región ya sería posible adquirir «explosivos de todo tipo e incluso misiles tierra-aire», cuya manipulación y mantenimiento exige además experiencia militar específica. El ministro nigerino añadió que los traficantes y activistas de Al Qaeda habrían requisado cientos de Toyota 4X4 en los últimos meses.

Su homólogo de Mali, Sumeylu Bubeye Maiga, puso el acento en el retorno masivo de emigrantes desde Libia: «Alrededor de 20.000 trabajadores malinenses han vuelto en una segunda hornada, que sigue a un primer retorno de los que estaban implicados en los combates y regresan armados. Todos ellos serán muy difíciles de ser integrados o reinsertados en una región tan pobre».

En resumen, concluyó el ministro de Exteriores de Mauritania, Hamadi Uld Hamadi, «el Sahel está amenazado por el terrorismo, la pobreza y la inmigración clandestina», para añadir que «es vital preservar a la juventud de la región», que podría ser cooptada por los grupos armados, con creciente presencia en la zona.

Presentes en la conferencia, los representantes de las potencias occidentales trataron de minimizar el alcance de los riesgos. La representante de EEUU, Shari Villarosa, cifró en «menos de un millar» los combatientes de la sección regional de Al Qaeda. Tanto ella como los representantes de las potencias europeas trataron además de tranquilizar los ánimos asegurando que no se inmiscuirán en la lucha local contra el Aqmi.

Los combatientes gadafistas, un nuevo factor en la ecuación

Mientras países vecinos como Argelia insisten en relacionar a sectores de la ex rebelión libia con Al Qaeda, analistas occidentales y expertos locales advierten del riesgo de la llegada a la zona de combatientes pro-Gadafi bien adiestrados para la guerra y mejor armados.

Un responsable gubernamental de Mali cifra en 600 los tuaregs alistados en el Ejército del derrocado régimen que habrían cruzado las fronteras de ese país y de Níger.

El politólogo Mussa Diallo va más allá y asegura que esas remesas de combatientes podrían crear «un Ejército del Sahel capaz de resistir a cualquier Estado». Más aún cuando conocen la zona como nadie.

Otras fuentes alertan de que podrían iniciar una rebelión en el África Occidental, valiéndose de apoyos con los que contaron en el pasado.

Un diplomático de Gao (norte de Mali) insiste en que «nunca han circulado tantas armas en la región» y en que «el conflicto libio ha hundido para mucho tiempo en el peor de los escenarios a la región. Cualquier cosa puede pasar en cualquier momento».

Todo ello sin olvidar al Aqmi, que tiene dinero para comprar esas armas y para enrolar a su causa a combatientes avezados. Eric Dénécé, experto francés, reconoce que «es verdad que el Aqmi ha adquirido un importante arsenal en el contexto de la revolución libia», que incluye «armas largas, metralletas y cañones sin retroceso», y augura que «eso le dará más óxígeno pero -matiza- no creo que cambie mucho sus métodos de acción» al poner en duda la pericia de los yihadistas para utilizarlo. Sangre fría la de París.

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