Temor y atracción fotográfica por las sombras y oscuridad
Adrián Ruiz de Hierro es un fotográfo que trabaja el periodismo, la publicidad, el turismo... y que, haciendo un alto en el camino, inaugura una exposición en la casa de cultura de Elgoibar titulada «Darkness». Son once imágenes nocturnas que le valieron como vía de escape a sus trabajos rutinarios y donde plasmó los lugares que provocan una mezcla de miedo, curiosidad y atracción. La muestra permanecerá abierta hasta el próximo 24.
M. LARRINAGA |
La palabra darkness significa oscuridad, tinieblas y suele estar relacionada con el miedo y la atracción que causa ese mismo temor. Pero también es el título de la nueva exposición del fotógrafo gasteiztarra Adrián Ruiz de Hierro, nominado al premio Lux 2010 en la categoría de Publicidad y ganador de un sol de bronce en el Festival Iberoamericano de Comunicación Publicitaria 2011 por sus imágenes para la campaña del Ayuntamiento de la capital alavesa titulada «Verde por fuera, verde por dentro». Su trabajo más personal, «Darkness», lo componen once imágenes nocturnas de paisajes urbanos de ciudades como Gasteiz o Aranjuez, así como lugares de Bizkaia.
«Hacer este tipo de fotos era como una especie de escape para mí. Irte por la noche a hacer una fotos a un polígono industrial en el que estás solo, que nadie te moleste... es una gozada», explica Ruiz de Hierro. La serie, que el artista comenzó en 2008, está constituida por once imágenes y un audiovisual en el que participó Raul Bogajo, fotógrafo de Argazki Press. «Es un making off, pero con una música que al final lo convierte en una obra más».
Muchas de las imágenes las ha obtenido en los alrededores de su casa, en el polígono de Jundiz o en la playa de Laga en Bizkaia, aunque también hay alguna sacada en Aranjuez (Madrid). «Este trabajo es, sobre todo, de sensaciones. Son sitios que te provocan esa sensación entre miedo y curiosidad, atracción, porque no ves lo que hay detrás. En las fotos de las farolas lo único que está iluminado es lo que alumbra la propia farola; todo lo demás es negro». Por eso, para decidir el escenario y el momento de disparar la cámara se guiaba por lo que sentía: «Mas que por bonito o por feo era por la sensación que me daba».
La fotografía de noche es muy diferente a la del día, más fácil incluso, y por eso tiene muchos aficionados. «Las fotos de noche tienen una cierta atracción porque son parecidas a escenas. Resultan un poco cinematográficas, debido a que están iluminadas por luz artificial, tienen ese puntito de fotografía de película. Son atractivas, principalmente para la gente que lleva poco tiempo. Hacer un paisaje de día es muy difícil, pero de noche no porque está lleno de luces y dominantes curiosas», opina.
Pero el gasteiztarra buscaba justo lo contrario. Buscaba eliminar esas pequeñas luces que la vista humana no percibe pero que la cámara sí. «Las fotos de noche suelen tener un pequeño problema con todas la lucecillas que hay. Quedan muy espectaculares con colores raros, pero yo no quería darle esa sensación, sino todo lo contrario. He procurado que no hubiera muchos dominantes de color, que no hubiera un naranja que me llamara mucho la atención», y en consecuencia, los escenarios seleccionados son solitarios y apartados.
Con la cámara a cuestas
Adrián Ruiz de Hierro es fotógrafo profesional. En la medida que esta profesión es «vocacional», la fotografía abarca todos los aspectos de la vida y, en su opinión, es necesario que así ocurra. «Veo a muchos compañeros que llevan más años que yo en esto, que una vez dejan de sacar esas fotos, creo que pierden frescura, ese puntito que tienes al principio. No hay que perderlo, es importante si no decir imprescindible hacer fotos personales porque te da mucha libertad. Es difícil algunas veces ya que llegas a la noche cansado a casa y no te apetece volver a empezar, pero hay que hacerlo», dice rotundo.
Y pasa exactamente lo mismo con la revolución que ha causado la era digital. «Los fotógrafos jóvenes se centran mucho en photoshop, en las nuevas tecnologías. Y lo importante es hacer fotos y aprender de los de siempre. Hay que ver exposiciones de fotógrafos de hace sesenta años y también de los de ahora. Ese puede ser un buen consejo para los que empiezan: que miren muchísimas fotos y que hagan muchísimas fotos. Da igual que sean digitales o analógicas».
Aprender, esa es la palabra clave, aunque, tal y como explica, también es necesario «una inquietud» que hay que alimentar estudiando y viendo cosas. «Los grandes fotógrafos y artistas suelen decir que es mejor ver exposiciones de arte en general y leer libros que no tengan nada que ver con el tema, porque al final lo que necesitas es creatividad, ese ojo diferente que tienes tú al que tiene el de al lado. Hay que tener ojo y una cultura visual y por eso, parte de nuestro trabajo es mirar absolutamente todo».