El cine negro de Enrique Urbizu en «No habrá paz para los malvados»
M.I. | DONOSTIA
El Donostia Zinemaldia ha esperado a Enrique Urbizu y su nueva mustra de cine negro, otra vez con un guión escrito en colaboración con Michel Gaztambide, cuya trama parte de un incidente delictivo aparentemente común para acabar apuntando hacia una conspiración mayor.
Enrique Urbizu lleva ya unos 25 años como cineasta profesional, en los que ha simultaneado películas de encargo con otros proyectos más personales. Pero su inclinación hacia el cine negro empezó a perfilarse en las comedias «Todo por la pasta» y «Cachito», hasta que en el 2001 se consagró con «La caja 507», que ha quedado como un clásico del género. A él regresa con «No habrá paz para los malvados», después de realizar en medio el intenso melodrama «La vida mancha». Estos tres títulos clave en su etapa reciente tienen el común denominador de que sus guiones han sido escritos en colaboración con Michel Gaztambide, que es junto a quien se siente más creativo el de Bilbo.
La idea de «No habrá paz para los malvados», cuyo título está tomado de la cita bíblica utilizada por Errol Flynn en su autobiografía, surgió del impacto causado por los atentados madrileños del 11-M, ocurridos hace siete años. Al final influyen en el argumento de forma tangencial, pero no deja de ser un toque de atención hacia la total ausencia de producciones cinematográficas basadas en aquellos sucesos, de los que solamente se ha ocupado la televisión y de forma muy precaria.
Al igual que en «La caja 507» la gran baza interpretativa vuelve a ser José Coronado, que en las películas de Enrique Urbizu sabe sacar su lado más duro. Con el personaje del inspector Santos Trinidad da un paso más dentro de ese registro violento, al incoporar al tipo de policía quemado, que busca su redención a través de un camino autodestructivo. Este policía dispone de bastante libertad de movimientos por pertenecer a la sección de búsqueda de personas desaparecidas, un trabajo más o menos rutinario que se complicará en una mala noche, cuando un tiroteo le pilla en el lugar equivocado.
Al lado del veterano José Coronado debuta como actriz la cantante Helena Miquel, cabeza visible del grupo de música pop Delafé y Las Flores Azules. Ella es la juez Chacón, encargada del caso en el que se ha visto involucrado Santos Trinidad, quien trata de eliminar las pistas que le convierten en principal sospechoso. Detrás de la investigación de lo que parece un asunto de narcotráfico se oculta una trama conspirativa de alto nivel.