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Mikel INSAUSTI Crítico cinematográfico

Atracón de películas

Viendo mi foto sobre esta columna cualquiera puede pensar que me alimento de películas y que mi sobrepeso se debe a ingerir una tras otra sin descanso. He oído decir que la televisión engorda, pero sobre el cine no hay todavía ninguna teoría que relacione el consumo de imágenes con los kilos de más. Las posibles contraindicaciones van más por el lado de la cinefilia como actividad sedentaria, y es que las butacas de las multisalas son cada vez más cómodas.

El cuerpo humano está preparado para soportar sesiones maratonianas de cine, y si no que se lo digan a los festivaleros que durante estos días se someten gustosos al inabarcable programa ideado por el hiperactivo Rebordinos, especialista en el diseño de pruebas de resistencia para aficionados y profesionales. A lo sumo, el sentido que más sufre es el de la vista, pero unos ojeras tampoco llaman mucho la atención en los tiempos de vampirismo que vivimos.

Personalmente, echo de menos el disfrute de una proyección de cine sin prisas, tomándote la tarde para dar una vuelta después y comentar con tu acompañante lo que acabas de ver. Esos placeres son cada vez más difíciles de encontrar, sobre todo si tu trabajo como comentarista te impone un ritmo de visionado constante durante todo el año.

Los que hacen las películas se toman tanto trabajo que merecen una mayor atención, tanto por parte del espectador como del crítico. Es una pena que sus desvelos dependan de los caprichos de la distribución, sin encontrar tampoco su hueco en festivales donde la terrible competencia deja muy poco margen para el lucimiento.