Mikel INSAUSTI

Los productores se equivocan cuando piensan que las nuevas generaciones desconocen la película original en la que se basa el «remake» de turno, o si lo saben se hacen los despistados a falta de guiones nuevos. El caso de “Noche de miedo” es el típico ejemplo de película de culto ochentera muy bajada en Internet, por lo que serán pocos los que no la hayan visto más de una vez, tratándose como se trata de una comedia de terror que asusta y hace reír por partida doble. Otra cuestión bien distinta es el juicio crítico, ya que aquella ópera prima de Tom Holland no pasaba de ser una gamberrada sin ambiciones cinematográficas. En cambio, la versión en 3D de Craig Gillespie si las tiene y pierde la intención paródica que guiaba a su predecesor. Tanto el reparto como la categoría del equipo técnico resultan desproporcionados en relación con un guión tan pobre, al igual que ya le sucedió a la magistral fotografía que Javier Aguirresaroble exhibió dentro de la saga “Crepúsculo”, también en otro producto de consumo para adolescentes sobre vampiros modernos.

La actualización de “Noche de miedo”, ahora localizada en Las Vegas, encuentra su motivación comercial en el hecho de que el protagonista sea un joven estudiante. El vecino vampiro al cual debe enfrentarse pasa a ser una prolongación de su propia sexualidad todavía sin manifestarse del todo, porque en la encarnación de un Colin Farell en camiseta de tirantes aparece como irresistible seductor ante las chicas y mujeres maduras de la zona residencial. El chico se encuentra en un momento en el que quiere crecer y dejar atrás la etapa escolar, por lo que prefiere estar con su novia que con el colega “nerd” del instituto, papel en el que Christopher Mintz-Plasse repite su famoso McLovin de “Supersalidos”. Y al escocés David Tennant le toca la caracterización más controvertida, disfrazándose de mago con pinta de roquero gótico a lo Russell Brand para intentar en vano hacer olvidar al cazavampiros inmortalizado por Roddy McDowall.