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«Los pasos dobles» atraviesan el desierto del arte en una aventura guiada por Barceló

M.I. | DONOSTIA

Zinemaldia ha contado con Isaki Lacuesta por partida doble, ya que a la participación en la Sección Oficial de la ficción «Los pasos dobles» se sumaba el pase paralelo del documental «El cuaderno de Barro». Ambos títulos son fruto de la colaboración del cineasta con el pintor Miquel Barceló, quien trabaja en África y ha hecho del ambiente salvaje que le rodea un factor creativo más. Hablar de ficción y documental es inexacto cuando se trata del cine de Lacuesta, porque ambos conceptos se confunden de forma intencionada en sus realizaciones, salvo en la fallida «Condenados», que era una película discursiva de debate histórico e ideológico.

Con «Los pasos dobles» el catalán retoma sus biografías subjetivas, con las que consiguió sus mayores logros en «Cravan vs Cravan» y «La leyenda del tiempo», títulos a los que habría que añadir su reciente «La noche que no acaba», dedicado a la mítica actriz Ava Gardner a su paso por el Estado español. En los «Pasos dobles» el referente es el artista y escritor francés François Augiéras, invocado a través de sus travesías por el desierto y la búsqueda del búnker que pintó, dejando que la arena lo cubriera con la esperanza de convertirse en una intervención redescubierta en el futuro. Al igual que Todd Haynes hizo con Bob Dylan en «I'm Not There», Augiéras es interpretado por distintos sujetos, entre ellos el propio Barceló.

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