Muchos podrán pensar que, visto lo de ayer, el Slovan de Bratislava no pasaría de ser un Segunda División en el fútbol español. Pero se trata de un equipo que acumula ya unos cuantos partidos en su competición local y otros cuantos más en el torneo europeo. Y en Europa, nadie regala nada, máxime si juegas fuera de casa. Y si encima debutas, la incertidumbre es aún mayor. Ayer, el nuevo Athletic de Bielsa supo sobreponerse a todo eso, incluso a las dudas que cargaba en las maletas con las que aterrizó en Eslovaquia, y demostró con su victoria que el estilo del técnico argentino empieza a carburar y que puede dar muchas alegrías a la afición. El esbozo de lo que se vio ayer durante muchos minutos puede ser un aperitivo de ello.

Salió el Athletic con alguna duda, una peligrosa pérdida de balón de Muniain, un despeje de Iraizoz al saque de una falta, pero fue un espejismo. Este Athletic parece que ha asumido lo que su técnico quiere, aunque otra cosa es que le salga sobre el césped o que en determinada fase del partido se ausente sin saber porqué dé paso a alguna `jaimitada' como la que en el segundo tiempo escenificaron Amorebieta e Iraizoz. Ayer, durante la primera media hora, por dentro, por las bandas, tocando, prolongando balones laterales, haciendo presión colectiva sobre cada balón del rival, los rojiblancos desarbolaron a un muy justito y decepcionante Slovan desde que Gabilondo tuviera la primera clara ocasión en el minuto 5. Luego la tendría Iturraspe. ¿Se iba a repetir la película del Espanyol? No. Este Athletic, se vio, cree en Bielsa.

Faltaba el arquitecto Herrera, pero los que estaban rezaron casi de memoria la `biblia' del rosarino. Robo de balón en medio campo, pelota para Llorente que la aguanta como él debe hacerlo, se gira y sortea la defensa con un balón parabólico para el gaucho Muniain, que encara, pase de la muerte atrás de libro y Susaeta no falla. Justicia. Premio que casi rubrica el propio Susa apenas dos minutos después desde fuera del área.

El ahogamiento de los leones a los intentos de salida de los eslovacos era de videoteca. Robo y contraataque. Y, por si fuera poco, los locales sólo fijaban marcas sobre Llorente -el `Rey león', como le llamaban en la página web del club-, mientras que dejaban recibir y girarse a Muniain e Iturraspe en las líneas de tres cuartos. Pero faltaba rematar la faena. Casi lo logra Gabilondo en un balón que se paseó por la portería eslovaca. Pero había que marcar.

Todo equipo, por débil que sea, tiene sus quince minutos de gloria en un partido... y el Athletic sus particulares dos errores de costumbre. Y por si fuera poco, los leones, incomprensiblemente, se fueron del partido a la media hora de juego, y eso lo aprovechó el Slovan. Gabilondo no defiende con intensidad en el lateral, se va Guédé, un par de rebotes y el propio jugador remacha de fuerte disparo. Un guión que ya nos sabíamos.

El Athletic dejaba de presionar arriba y de forma colectiva y sufría atrás. Pero esta vez la suerte cayó del lado bilbaino. El mejor, otra vez, el más listo dentro del campo por mucho que en clase no lo sea, la lió: Llorente -que ayer sí jugó y mucho para el equipo- la dejó de pecho e Iker -su partidazo le aupó a ser trending topic, es decir, de lo que mas se habló anoche en twitter en todo el Estado español-, con sombrero incluido, la coló. Alegría inmensa que pudo ser total si Llorente, tras devolverle el favor Muniain, sólo ante el meta la volvió a errar. Y ya van cuántos uno contra uno...

Segunda parte más igualada

El descanso no sentó bien a los rojiblancos. Al minuto, el `macarra' Sebo la envió al palo en un córner, un indicativo de que el Slovan salía a por el empate y que el Athletic iba a sufrir. Pudo tirarse de los pelos si el `sainete' entre Amore e Iraizoz acaba en gol, pero la flor estuvo con ellos, o Iraola que anduvo rápido para sacarla. Como cuando Gorka se volvió luego a tragar un balón bombeado al área pequeña, por mucho que le hicieran falta.

Los de Bielsa empezaban a flaquear en sus fuerzas -algo que no iba con un poderoso De Marcos arriba y abajo-, pero sobre todo a echar de menos a Ander Herrera, perdiendo balones, con pases imprecisos y sumando faltas en su casillero. Muniain se encontraba sin su alter ego. No encontraba compañero para jugar a la Play sobre el Pasienky.

Fue un segundo tiempo más igualado, con apenas ocasiones claras, salvo un balón que Susaeta, cuando se quedaba solo, se adelantó en exceso, o un disparo alto de Llorente. El Athletic se deslavazó un tanto, faltaba temple y había muchas imprecisiones. Pero fue precisamente ya casi al final, con el cronómetro corriendo cuesta abajo, cuando los rojiblancos supieron nadar y guardar la ropa, esconder el balón, ensayar el tuya-mía, evitarse sustos y dejar pasar el par- tido. Ni siquiera el propio Marcelo Bielsa se atrevió a dar entrada a un tercer cambio, quizá porque el banquillo era demasiado bisoño como para encarar esos minutos finales.

El pitido final de un permisivo con los eslovacos árbitro israelí fue como una exhalación, como un deber cumplido, como un ¡por fin! Eran mucho más que tres puntos lo que los leones se iban a traer de vuelta al Botxo. Era la confirmación de que sí, parece que sí están en el buen camino.