Ellos eran los marcianos

«Extraterrestres»

Koldo LANDALUZE

Respaldado en la producción por sus amigos y colegas Borja Cobeaga y Koldo Serra, Nacho Vigalondo se ha encontrado muy seguro y libre a la hora de desarrollar la muy divertida peripecia marciana desarrollada en “Extraterrestres”. Desde el mismo arranque del filme, se intuye una originalidad que, en su posterior desarrollo, jamás pierde el equilibrio.

Como consecuencia de todas las desdichas diurnas que siempre han legado la madre de todas las borracheras, un joven despierta en una cama ajena. Mientras ojea resacoso a su alrededor, intuye el paso y la presencia de una joven. A partir de este encuentro en una cocina y café apresurado, se desencadenan unas jornadas surrealistas en las que una oportuna invasión extraterrestre se convierte en una mera excusa para hablar de lo que siempre acontece en las relaciones sentimentales. Utilizando casi en su totalidad un único escenario, el apartamento de la joven albergará dos personajes más cuya presencia dinamita cada una de las secuencias compartidas por la pareja accidental: el vecino insoportable y curioso y el novio de ella.

Vigalondo ha sabido salir muy airoso del difícil reto que suponía concentrar casi toda la acción de la historia en un único escenario y contando con un reparto integrado por cuatro personajes.  Del primer reto sale airoso porque, de vez en cuanto la trama se «ventila» con fugaces paseos por un Madrid solitario y del segundo gracias a la plena complicidad de un sólido reparto que ejecuta a la perfección sus roles respectivos. En ese sentido, sería injusto no subrayar el hilarante papel de vecino cotilla y extraño que borda un inspirado Carlos Areces.