59 DONOSTIA ZINEMALDIA
Los deseos incumplidos de Kore-eda
Hirokazu Kore-eda recibió la gran ovación de la jornada con «Kiseki» («Milagro»), cuya columna vertebral se apoya en la interpretación de dos hermanos (en la ficción y en la vida real) que protagonizan un título que aborda el incumplimiento de los deseos y de la importancia de lo elemental, de lo cotidiano en la vida. Kore-eda apuesta por un tono cálido y suave para sacar a la luz el sufrimiento por el que atraviesan estos dos niños por la separación de sus padres.
Ariane KAMIO | DONOSTIA
«Kiseki» («Milagro») se postula como una de las favoritas para alcanzar la Concha de Oro. Su proyección en Sección Oficial se llevó los halagos de crítica y público, que dio su beneplácito a este título con una gran ovación al término de la proyección.
Hirokazu Kore-eda (Tokio, 1962) compite en Zinemaldia por cuarta vez -anteriormente lo hizo con «Wandâfuru raifu» («After Life», 1998), «Hana yori mo naho» («Hana», 2006) y «Aruitemo, aruitemo» (Still Walking, 2008)-, aunque nunca ha conseguido llevarse el premio estrella del festival. Sin embargo, con su proyecto más reciente parece estar rozando las mieles de otro éxito, aunque él se muestre bastante escéptico al respecto. «Cuando vine a Donostia con `Still Walking', todo el mundo me decía que la Concha de Oro sería para mí. En ese momento no tenía previsto quedarme hasta el final del certamen, así que retrasé los billetes de avión pensando que regresaría a casa con el premio, pero no fue así. Este año he decidido que, pase lo que pase y sea cual sea el resultado, disfrutaré de Donostia hasta el último día», reconoció Kore-eda en una rueda de prensa en la que sus dos acompañantes, los hermanos Koki y Oshiro Maeda, disfrutaron del mismo protagonismo que el director tokiota.
Con doce y diez años de edad, respectivamente, estos jovencísimos actores se convierten en el principal hilo conductor de la película, que transcurre entre Kagoshima y Hakata. El divorcio de sus padres les ha separado, pero Koichi (el mayor) sólo desea que los cuatro vuelvan a estar juntos. Cuando se entera de que un nuevo tren bala a punto de inaugurarse unirá las dos ciudades, empieza a creer que ocurrirá un milagro en el momento en que los trenes se crucen a toda velocidad.
Deseos
Kore-eda, que dedica la película a su hija de cuatro años («Still Walking» la dirigió en memoria de su madre fallecida), saca a la luz el sufrimiento de estos dos hermanos a través de los deseos, que «a veces se cumplen y otras no». «Si los deseos no se cumplen, no tiene por qué pasar nada malo. Lo importante es que tu vida cotidiana siga estando como está, y eso es lo que intento reflejar en la película», dijo.
Ambos protagonistas dan dos versiones distintas de la asunción de esa realidad mucho más terrenal de lo que les gustaría. El hijo mayor, que se va a vivir con su madre y sus abuelos, no acepta la separación y lucha para que la situación cambie con el deseo de que su familia vuelva a estar junta de nuevo. Pero el que se va a vivir con el padre acepta lo que está pasando e incluso disfruta de las pocas cosas buenas que tiene la nueva situación. El milagro de «Milagro» reside en la transparencia interpretativa de los dos jovencísimos actores y en su calidad ingrávida y exquisita.
El nipón, que cuenta en su filmografía con películas como «Maborosi» (1995), «Distance» (2001) o «Dare mo shiranai» («Nadie sabe», 2004) y que presenta en Zabaltegi-Especiales «The Days After», reconoció que para él, el milagro es ese anhelo que nunca se realiza y que desemboca en entender el mundo tal y como es. Antes de finalizar la presentación ante la prensa, habló de un deseo que espera que se cumpla. «Tras el terremoto de marzo, miles de personas en Japón han perdido todo lo que tenían en su vida cotidiana, y espero que algún día puedan volver a recuperarlo», sentenció.