Txisko Fernández Periodista
La velocidad también es relativa
El mismo día que llegaba desde Ginebra la noticia de que los experimentos realizados en el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN) apuntan a que es posible que los neutrinos viajen más rápido que la luz, en este país mucha gente estaba más preocupada por seguir, minuto a minuto, lo que estaba sucediendo en torno a Kukutza. La comunidad científica, incluida la que participa en los proyectos del CERN, reclamó cautela. Ésta es una actitud siempre aconsejable, pero más cuando se aborda una «anomalía», término utilizado por los investigadores que hicieron público el anuncio para subrayar que los datos que manejan no encajan con la teoría de la relatividad planteada por Albert Eisntein hace un siglo.
Es muy probable que Azkuna ni siquiera se enterara de la impactante noticia mientras él trabajaba a toda velocidad para defender a la sacrosanta «propiedad privada» encarnada por una empresa que durante más de una década se ha pasado por el forro la supuesta preocupación del propio alcalde sobre el futuro del solar okupado.
Los hechos ya comprobados nos permiten asegurar que Azkuna y sus compinches se han dado relativa prisa en desalojar y demoler la sede de un equipamiento social que contaba con el respaldo mayoritario de las vecinas y vecinos de Errekalde, y que ha logrado que gran parte de la sociedad vasca empatice con sus reivindicaciones. Lo que aún queda por despejar es hacia dónde se dirigen tan rápido Azkuna y su partido, pero todo hace prever que, de seguir en la misma dirección, terminarán estrellándose políticamente.
Y como en Euskal Herria hay jornadas en las que parece que todo se mueve más rápido de lo habitual, cuando caían las paredes que hasta ahora han albergado a Kukutza, otra noticia impactante saltaba los muros de las cárceles. En esta ocasión, el mensaje del colectivo de presas y presos políticos vascos recorría miles de kilómetros para dar otro gran paso hacia un escenario realmente democrático.
La velocidad de la luz es, redondeando, de 300.000 kilómetros por segundo. Establecer a qué velocidad se desarrolla el proceso abierto en Euskal Herria es una cuestión de relatividad, pero no hay duda de que todas las partes implicadas tendrán que moverse al ritmo que la sociedad vasca volvió a marcar ayer en las calles de Bibo.