Los bombardeos sobre Bilbo de 1936, sepultados en el olvido institucional
Hoy, 25 de setiembre, se cumplen 75 años de los primeros bombardeos sobre Bilbo de la aviación franquista con el apoyo de la Legión Condor alemana y la Aviazione italiana. Causaron muerte y destrucción sumiendo a los bilbainos y a los miles de refugiados que malvivían en el Botxo en el pánico generalizado.
Agustín GOIKOETXEA
Algunos defienden que el tiempo hace olvidar, pero para muchos que vivieron aquellos terribles meses, hasta la caída de Bilbo el 19 de junio de 1937, el 25 de setiembre es un día que ha quedado grabado en la memoria. Es más, las cuatro décadas de franquismo y el olvido por parte institucional de aquellos hechos en las posteriores no ha logrado sepultar aquellos recuerdos.
Fresca estaba aún la conmoción por la caída de Gipuzkoa y la muerte y mutilaciones causadas por bombardeos en localidades como Otxandio el 22 de julio. Fue el 25 de setiembre, justo hoy hace 75 años, cuando alrededor de las 11.00 la capital vizcaina y Durango eran bombardeados por orden del general Emilio Mola.
No serían los últimos, cada vez más salvajes, sobre una población indefensa, como la de los 29 municipios vizcainos donde cayeron las bombas fascistas. Las localidades víctimas de las incursiones aéreas hasta 1937 fueron Gernika, Bilbo, Arteaga, Turtzioz, Mungia, Munitibar, Galdakao, Zeberio, Berango, Elorrio, Apatamonasterio, Erandio, Larrabetzu, Ugao, Alonsotegi, Durango, Sestao, Otxandio, Zornotza, Markina, Santurtzi, Getxo, Abadiño, Arratzua, Errigoiti, Leioa, Portugalete, Zaratamo y Zeanuri.
El 25 de setiembre fue la primera incursión aérea sobre el Botxo, que se repetirían en los días sucesivos. Cabe destacar el ocurrido el 4 de enero de 1937, que propició una reacción popular que terminó con el asalto a la cárcel de Larrinaga y a un barco prisión donde se encontraban los presos derechistas. A la jornada siguiente y el 21 de enero se repitieron los ataques. A partir de la ofensiva final en Bizkaia, a finales de marzo de 1937, las sirenas de alarma de ataque aéreo sonaron en Bilbo todos los días hasta el 17 de mayo; fueron nada más ni nada menos que 48 interminables jornadas.
En la memoria de aquellos niños y niñas, hoy personas que superan los 80 años, siguen los destrozos que ocasionaron las bombas en puntos como Iturribide, el frontón Euskalduna, Zabala, Iturriza o la calle Correo, en el Casco Viejo. Tampoco olvidan la tragedia del 18 de abril en la bilbaina calle Prim, en la que se emplazaba la fábrica de goma y calzado Cotorruelo, donde fallecieron 67 personas, muchas de ellas mujeres trabajadoras y sus familias.
Fecha para el recuerdo
«Se acuerdan de auténticas estupideces y no de hechos que marcaron la historia de esta país y a nosotros», lamenta Ramón Gaminde, que recuerda como si fuera ayer lo que sucedió. Él vivía en la calle Colón de Larreategi, junto a la plaza San José. Tenía entonces 7 años y no olvida las manifestaciones amenazantes de Mola «de que pondría de rodillas a Bizkaia y la arrasaría»
«Sonaban las sirenas y nos refugiábamos en los sótanos de los edificios que eran de hormigón. Había muchos refugiados de Donostia, que conocían por desgracia los bombardeos por aire y tierra. Y había -resalta- mucho temor tras lo sucedido en Otxandio». Gaminde apunta a que el Gobierno Vasco trataba de evitar que el pánico se instalase entre la población, aunque la insistencia de los ataques y la falta de aviones y defensas antiaéreas comenzaron a hacer mella en la población. Para este testigo, «fue un auténtico acto de terrorismo que los actuales gobernantes parecen querer que olvidemos. Han pasado 75 años, pero no hay que olvidar quiénes hicieron aquello».
El arquitecto Iñaki Uriarte es otra persona preocupada por el olvido institucional, lo que le ha llevado a presentar en el registro del Consistorio bilbaino una petición para que el equipo de Iñaki Azkuna actúe, como se ha hecho en otras localidades pequeñas.