Raimundo Fitero
A lo bestia
Las imágenes de los trailers que transportaban las excavadoras cuando se dirigían a derribar el edifico donde residía la razón de la juventud y la esperanza en Rekalde, protegidos por docenas de furgonetas de la Ertzaintza, no dejan dudas: son la expresión de un acto de violencia policial e institucional llevada a lo bestia. Es como ver repetidas las veces en la que el ejército israelita entraba en poblaciones palestinas para destruir de manera exhibicionista casas de familiares de combatientes abatidos o hechos prisioneros. Una de esas muestras de la barbarie que se amparan con discursos totalitarios o con mentiras execrables.
A lo bestia, con una inusitada urgencia, con una rabia desatada, como si ese símbolo de la iniciativa de un grupo de jóvenes fuera de los paraguas de control y manipulación institucional debiera ser destruida ya, sin dejar rastro, arramblando con años de existencia de Kukutza, porque son la semilla de una manera de entender la convivencia, la acción cultural, la autogestión, el ensamblaje con el entorno. Todo se ha arrasado con esas excavadoras, con ese desalojo salvaje. Las protestas anteriores, posteriores, canalizadas de manera pacífica fueron reventadas de una manera científica por la policía vasca, en una de sus acciones más desmesuradas, más vengativas, más denunciables. Se acabó en enfrentamientos, en disturbios, en cargas, en imágenes televisivas que nos congelaban la sonrisa, que nos soliviantaban como hacía tiempo no nos sucedía.
En alguna cadena local de Bilbao, se tenían imágenes en directo, de los alrededores, se hacían entrevistas en directo a los vecinos, y en todos los casos, jóvenes, mayores, ancianos, por lo general mostraban su lamento por este derrumbe, pero los paniaguados presentadores se empeñaban en hacerle el juego al totalitario alcalde de Bilbao, asegurando que había intentando pactar con los jóvenes y haberles ofrecido soluciones. Basura informativa. Intoxicación. La realidad, es la que es. Un paso atrás. Un acto de autoritarismo manifiesto. La propiedad privada está por encima de todos los demás derechos. ¿Queda claro a quién sirven los poderes políticos, judiciales y policiales? Pues eso.