En torno al Colectivo de Presas y Presos Políticos, gira una cantidad importante de expertos en presos políticos vascos, aunque, todo sea dicho, nunca se refieren a ellos y ellas con estos términos porque gustan de otros con mayor sonoridad. Se sitúan estos especialistas política y geográficamente en Madrid. Se ve que mantienen una muy fluida relación con el Colectivo, porque hay que ver lo que saben. Y se ve que no han descansado en todo el fin de semana, y se lo han pasado interpretando, reescribiendo, traduciendo y aleccionando sobre el contenido del que EPPK se sumó al Acuerdo de Gernika. No sé bien a cuál, porque Acuerdos de Gernika se ve que hay varios. O se liaron en la imprenta. La cosa es que el ejemplar del Acuerdo que tiene por ejemplo El Mundo y el que por ejemplo tengo yo, a las claras se ve que no son el mismo. Según el rotativo, el Colectivo en su comunicado se suma al Acuerdo pero no alude a ETA. O sea, que tienen un cuadernillo sin la primera página. Y a su vez, en ese mismo ejemplar, se establece una negociación política que termina en la independencia, que es, vaya por dios, justo la página que le falta al mío. Como siempre, todo vale. Para restar importancia a la decisión del Colectivo, para enredar y descalificar los términos del Acuerdo de Gernika, para justificar el inmovilismo del gobierno; para echar un capote a quienes se empecinan en obstaculizar un serio proyecto de normalización política, una andadura que no van a poder evitar pero se obstinan en retrasar. Cada cual tendrá que hacer frente, mas tarde o más temprano, a sus responsabilidades para con la paz. EPPK ya lo ha hecho. Una lección de coherencia y dignidad que la sociedad vasca comprometida con este proceso no quiere ignorar.