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Luchas intestinas retardan el anuncio de un gobierno del nuevo régimen libio

Tribus, regiones, ciudades... todos quieren su parte en el futuro Gobierno -en el pastel del petróleo-. Y la pugna entre islamistas y «liberales» va a más. El parón político tiene su paralelo en el frente militar.
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GARA | TRÍPOLI

«Estamos enfrentados a la mentalidad libia, en la que cada tribu, cada región y cada localidad quiere su parte en el nuevo gobierno. Y eso que aún no hemos liberado todo el territorio y que Gadafi mantiene su capacidad para golpear», advierte el presidente del Consejo Nacional de Transición, Mustapha Abdeljalil.

Las divergencias en el seno del CNT y de su comité ejecutivo siguen retardando el anuncio de nuevo gobierno, previsto el pasado 18 de setiembre. «¿Cómo vamos a garantizar a cada tribu, región y localidad una representación en un gobierno de 18 miembros?», se pregunta un miembro del CNT de Bengasi, quien añade que «los que dirigen el CNT son un producto del sistema Gadafi y están a punto de reproducirlo».

A la lucha entre los estamentos por un puesto en el gobierno se suma la divergencia entre los islamistas y los sectores «liberales», personificados en el número dos, Mahmud Jibril.

Esta situación de impasse en lo político tiene su correlato en el parón en los frentes de guerra. Las fuerzas del nuevo régimen no ocultan su nerviosismo al ver que la anunciada ofensiva sobre Bani Walid, 170 kilómetros al sudeste de Trípoli, sigue sin comenzar.

En Sirte, otro de los bastiones de Gadafi, lo único que se mueve son los escasos civiles que logran huir de una ciudad bombardeada por la OTAN a diario y donde escasean los suministros básicos.

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