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ANALISIS | La nueva Rusia

Sin sorpresas, Putin volverá a presidir Rusia desde 2012

La duda que rondaba en la vida política rusa desde 2008 ha sido despejada. Sin sorpresas. El inquilino temporal del Kremlin, Dimitri Medvedev, ha propuesto a Vladimir Putin como candidato presidencial por Rusia Unida. A cambio, se asegura el cargo de primer ministro

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Pablo GONZÁLEZ Periodista

El actual presidente de la Federación Rusa, Dmitri Medvedev, aprovechó la convención del partido político Rusia Unida celebrada el pasado fin de semana para proponer a los delegados a Vladimir Putin como candidato en las elecciones presidenciales de marzo de 2012. Putin aceptaba y agradecía el ofrecimiento, y al mismo tiempo ofreció a Medvedev el puesto de primer ministro, también aceptado.

La duda estaba resuelta, Medvedev no se había atrevido a plantarle cara a Putin. Es bien cierto que nadie apostaba por que Medvedev pudiera enfrentarse a Putin de una manera efectiva en unas elecciones, pero sí se especulaba con que al menos lo intentara o al menos se retirara si no tenía apoyos suficientes para el intento. Nada de ello ha ocurrido y ambos políticos vuelven a cambiar de puesto como cuatro años atrás.

En el año 2008 Putin se negó a cambiar la constitución para poder presentarse a un tercer mandato seguido, aunque sí aceptó el cambio para que el mandato presidencial pasara de cuatro a seis años. Por lo tanto es posible que Putin se mantenga en el poder hasta el año 2024. Es un horizonte lejano todavía, pero en el panorama político ruso actual no hay ni figura ni partido político capaz de hacerle una mínima sombra a Putin y su Rusia Unida.

Putin no cambia

Todo el que haya seguido la trayectoria política de Putin puede observar que es una persona con un gran sentido de fidelidad, característica que transmite y espera de sus colaboradores. Vladimir Putin siempre se ha mantenido fiel contra viento y marea a la gente que le ha dado una oportunidad. Su primera experiencia política vino en 1990 de la mano del primer alcalde de San Petersburgo, Anatolii Sobchak, Cuando éste último perdió las elecciones en 1996, Putin declinó todos los ofrecimientos de la nueva administración y se fue con su jefe.

Otro ejemplo es Boris Yeltsin, quien le nombró primer ministro y renunció a su cargo cediéndole el puesto de presidente del país. Con Putin de presidente, la justicia rusa nunca persiguió a Yeltsin o sus familiares a pesar de haber motivos más que suficientes para ello.

Con Dimitri Medvedev, Putin ha demostrado una vez más que no se suele equivocar al seleccionar a sus colaboradores. Con todas las oportunidades al alcance de sus manos, Medvedev no ha mostrado ninguna intención de seguir un guión diferente al que le marcaba su «colega y camarada mayor», como le llamó en junio de este año.

La jugada le ha salido redonda a Putin. Por un lado, ha sido Medvedev quien ha tenido que cargar con la responsabilidad de guiar el país durante la crisis financiera y, por otro, Putin se ha podido acercar al pueblo a su manera, algo populista, al encargarse de los asuntos internos del país. Solo hay que recordar las fotos de Putin participando en la extinción de incendios del verano del año pasado.

Medvedev, herramienta útil

No cabe duda de que Putin es y era el hombre fuerte del Estado durante todo el mandato de Medvedev. Putin lo ha utilizado de una manera flexible como escudo ante eventuales críticas hacia el gobierno, colocándose él como un simple administrador de los recursos que le llegan. Sin embargo, Medvedev no solo ha sido el chivo expiatorio utilizado para desviar críticas hacia el primer ministro; también ha sido la cara amable y moderna que ha servido para presentar un imagen diferente de Rusia en el exterior.

El encuentro de Medvedev con Obama y su escena comiendo en una hamburguesería norteamericana es difícilmente imaginable con Putin como protagonista por la parte rusa. La afición a la tecnología de Medvedev le ha permitido visitar las sedes de varias empresas tecnológicas como Apple, donde fue el primer ruso en poseer un iphone 4. Gracias a esas visitas fue capaz de firmar varios acuerdos de colaboración e inversión por parte de empresas occidentales en Skolkovo el equivalente ruso al Silicon Valley californiano. Es igualmente difícil imaginar a Vladimir Putin hablando sonriente con Steve Jobs sobre las bondades de los productos de su empresa.

Medvedev ha sido un gregario obediente, pero con cierto carácter propio. No se ha opuesto nunca de forma contundente a Putin, pero tampoco ha dudado en criticar algunas de las salidas de tono del ahora primer ministro en referencia a política internacional. Así durante los ataques aéreos de la OTAN sobre Libia, Putin calificó la intervención como «cruzada», término que Medvedev criticó. Este doble juego de policía malo, policía bueno en las relaciones con los países occidentales no es fruto de la casualidad y es seguramente otra de las herramientas del Kremlin. Sea cual sea el caso, Medvedev ha cumplido perfectamente con su papel.

Más allá de 2012

Sabiendo ya el posicionamiento de las figuras, pocas son las intrigas que presentan las elecciones parlamentarias de diciembre y las presidenciales de marzo. Medvedev ha cumplido con las expectativas de Putin y será uno de sus colaboradores más cercanos.

Demostración clara de ello ha sido la destitución de su cargo del ministro de Finanzas, Aleksei Kudrine. Su error, hacer públicas sus dudas sobre el futuro gobierno Medvedev. El hecho de haber trabajado junto a Putin desde 1993 no le ha ayudado a Kudrine en su disputa con Medvedev. Síntoma claro de quién tiene a Putin de su lado.

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