CRíTICA cine
«Tralas luces» La gitana y los feriantes
Mikel INSAUSTI
EEl documental con personajes supera a menudo al drama de ficción en su capacidad para trazar retratos humanos de gran hondura, al disponer de mucho más material para seleccionar y eliminar en la sala de montaje. La realizadora gallega Sandra Sánchez grabó un total de doscientas horas, de las que al final se ha quedado con casi dos. En su ópera prima “Tralas luces”, presentada en el Donostia Zinemaldia dentro de la Sección Zabaltegi-Nuevos Realizadores, no se conforma con hacer un mero seguimiento de la vida de los feriantes, sino que consigue atrapar las interioridades de una mujer que se dedica a ese trabajo ambulante junto con su familia portuguesa. El espectador sale de la sala de proyección tocado, porque sabe que no hay un guión, que el dolor de Lourdes es real, que no está actuando. Las enfermedades y la muerte, cuando llegan, no forman parte de ningún argumento y hay que encajarlas como vienen. La película indaga allí donde los “reality-shows” televisivos nunca quieren entrar, justo donde las verdades como puños no dejan lugar al sensacionalismo.
El que Lourdes sea una mujer gitana redimensiona esta visión de la población nómada e itinerante, cada vez más marginada en la sociedad actual, por la vía existencialista de las películas de carretera con transfondo antropológico a la manera del maestro Toni Gatlif, que tanto ha hecho por la cultura romaní. La gitana de “Tralas luces” convive con los payos, pero la familia que ha formado no colma sus aspiraciones más íntimas. Tiene tan sólo 34 años y se la ve derrotada, cansada de arrastrar por las rutas interminables a los suyos y a la pesada pista de autos de choque, que hay que desmontar y volver a montar en cada nueva feria. La dureza de su lucha diaria le ha hecho desarrollar su propia filosofía vital, basada en la búsqueda de la felicidad a través de la libertad. Tantas cargas no le permiten ser libre, aunque piensa que el ser feliz está en uno mismo y no tiene que ver con vivir en una caravana o en un palacio.