Independientemente de otras incorporaciones, Raúl García era la apuesta rojilla para la presente temporada. De deseo casi imposible, la vuelta del de Zizur Nagusia se fue convirtiendo en una alternativa muy real a medida que fue avanzando el mercado veraniego. Lo que en principio parecía un fichaje con opción de recompra se transformó en posterior cesión tras prorrogar su contrato con el Atlético, pero lo más importante es que el futbolista ya está respondiendo a las expectativas.

Aunque le ha costado ir entrando el ritmo de competición al no poder realizar la pretemporada al completo con el resto de sus compañeros, el centrocampista navarro ya está dejando muestras de su calidad. Tres goles en los últimos dos partidos dan testimonio de ello, aunque sólo hayan servido para sacar dos puntos.

Las posibilidades tácticas que despliega en los lances a balón parado -siempre ha sido un hombre poderoso en el juego aéreo-, el potente disparo desde fuera del área como recurso final a sus llegadas ofensivas y el buen manejo de balón que le permite dar precisos pases hacen de él una pieza única dentro del plantel rojillo.

Y trascendental no sólo sobre el césped a la hora del balance despliegue-repliegue -se trata de un futbolista de ida y vuelta, que lo mismo alterna un detalle técnico con la fuerza física a la hora de recuperar un balón-, sino también en el vestuario, gracias a una madura personalidad para su edad y una querencia por los colores rojillos que está fuera de toda duda.

Sin embargo, el lastre de ostracismo y falta de protagonismo que ha venido arrastrando en los últimos tiempos con los colchoneros podía hacer dudar del rendimiento de una relación simbiótica entre futbolista y equipo que ya empieza a dar sus frutos en forma de goles. Unos goles que le van a venir muy bien a Raúl García para afianzar más todavía su confianza y revalorizarse dentro del fútbol de élite del Estado español.

«Goles por puntos»

Por contra, como es característico en él, el de Zizur Nagusia siempre prima lo colectivo sobre lo individual, de ahí que no extrañase que, a la finalización del encuentro frente al Mallorca del pasado sábado, declarase que hubiese cambiado sus dos tantos por haber conseguido los tres puntos ante los isleños.

«He metido dos goles, pero los cambiaría por los tres puntos porque lo que quiero es que el equipo esté arriba. En partidos como éste en los que hay que sacar los tres puntos», indicó categórico el pivote rojillo, cuya testa sirvió al menos para sumar uno.

Y autocrítico. Porque no tuvo pelos en la lengua para reconocer lo que todo el mundo vio en El Sadar. «La primera parte no ha sido buena, el equipo ha jugado mal. Y la segunda no hemos sabido jugarla, hay que aprender de las cosas buenas y trabajar las malas», admitió.