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Anjel Ordóñez Periodista

Una larga y profunda siesta

Hoy es el cumpleaños de Patxi López. Nació tal día como éste en el año 1959 en Portugalete y de los 52 años que cumple, ha pasado los últimos dos y medio ramoneando por los jardines de Ajuria Enea. Como lehendakari de los vascos que viven en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa -cargo que disfruta gracias a los votos del PP y a la exclusión de la izquierda abertzale de las urnas- se le supone y se le debe exigir el papel activo de líder de una sociedad a la que le sobran retos por afrontar ante una conyuntura política, social y económica compleja e innegablemente convulsa. Pues nada de nada.

Ya digo, ramoneando. Por delante de su flequillo se han paseado una de las crisis más crueles que recuerda este país y también una profunda e ilusionante apuesta por la definitiva transformación política que, entre otras cosas, le ha dado la vuelta al mapa institucional de gran parte de Euskal Herria. Dos años y medio sin despeinarse, mirando a Madrid, esperando a que el ministro de turno toque la corneta y le ilumine el camino. Insistiendo ante cada nuevo emplazamiento en la cansina muleta de la imprescindible desaparición de ETA. Y ahora, en vísperas de su cumpleaños, coincidiendo con el Pleno de Política General del Parlamento de Gasteiz, Patxi parece haber espabilado de una larga y profunda siesta para hablar tarde y con reparos de acercar presos, de legalizar partidos.

Con todo, el peso del prolongado inmovilismo de que ha hecho gala el bloque PP-PSOE ante los avances en el proceso de normalización política, concede al «gran acuerdo para la concordia» de Patxi cierto aire novedoso. No queda más remedio que saludar el tímido despertar del lehendakari con casi obligado optimismo, pero tampoco conviene olvidar que el papel que está desempeñando en el devenir político vasco está muy lejos de situarse en la vanguardia de nada. Porque tras el fino celofán que adorna su iniciativa traslucen los minuciosos trazos de Rubalcaba. Y porque, sobre todo, a nadie se le escapa que Patxi sale a escena cuando este pueblo hace tiempo que decidió ponerse en marcha mientras él sesteaba.

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