Juanjo Basterra Periodista
¿Por qué no ponemos las cuentas boca arriba?
Asistimos a la amenaza de las administraciones públicas que nos dicen que faltan recursos públicos para hacer frente a las necesidades financieras para mantener o garantizar los servicios esenciales de la población. Es evidente que quienes han gestionado las cuentas las han malgastado y derrochado en los quince años anteriores a la crisis, cuando el dinero fluía a rebosar entre unos pocos, como siempre. Evidentemente, llega la crisis económica y nos afecta a todos, pero no por igual. Los que antes ganaban a rebosar, ganan mucho en esta situación, y los que antes perdían, ahora pierden mucho, incluso el puesto de trabajo. En este debate tan desigual, siempre se llega al mismo consenso: los trabajadores tendrán que pagar más por determinados servicios, habrá que recortar salarios y tendremos que ser más pobres en el futuro.
¿Por qué tiene que ser así? Ese camino sin retorno al que nos quieren meter es producto de una concepción de la práctica del neoliberalismo feroz. Los datos parciales a los que podemos acceder el común de los mortales muestran otra cosa. Primero, que por mucho que los empresarios y las haciendas nos digan que la culpa la tiene la crisis económica, está demostrado que la presión fiscal vasca es muy inferior a la europea, pero de eso no se benefician los trabajadores que pagan el triple que las rentas de capital y los empresarios. Desde 2007 a 2009 la presión fiscal media en el PIB cayó 4,9 puntos en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa y 1,9 puntos en Nafarroa. En Europa simplemente bajó un 0,9%.
Algo falla. Claro: el enorme fraude fiscal, la elusión fiscal que utilizan las grandes fortunas y los enormes beneficios fiscales que se concede a los empresarios que no se les ocurre otra cosa ante esta situación grave que pedir que todos contribuyamos más al «bote» general para que ellos puedan crear empleo y, de paso, pagar menos. Esto es intolerable, lo mismo que propuestas de actuaciones a medias tintas. Creo que lo correcto sería abrir el debate a la sociedad y poner los números boca arriba, sin opacidad, para que se vea quién paga de verdad y quién no paga y defrauda. De eso saben mucho las haciendas.