El Movimiento 15M, nacido hace cinco meses, emprende una nueva fase después de encender las protestas por un cambio global en casi un millar de ciudades del mundo el 15-O, una «energía global» que los «indignados» quieren aprovechar para revitalizar sus exigencias.

Así opinaba uno de los portavoces del movimiento, Pablo Gómez, que aseguraba a Efe que las manifestaciones del sábado, en especial la de Madrid, fue «un éxito total» que superó todas las expectativas. «Nadie esperaba tanta gente», insiste Gómez, para quien dicho éxito debe servir de energía para emprender una nueva fase, cuyos primeros pasos se iban a dar ayer mismo, por la tarde en Sol, en una asamblea. Si bien no estaban decididos los temas a tratar, el portavoz vaticinaba que «sin duda» se hablará de las marchas por un cambio global celebradas el sábado y del futuro del movimiento.

El objetivo sería trasladar la exigencia de que «la ciudadanía tenga más participación en la vida política y social».

La ocupación, en la madrugada del domingo, del hotel Madrid, en la calle de Carretas, iba a ser uno de los temas a tratar. Esta acción «fue espontánea, protagonizada por un grupo de unas treinta personas», y no se decidió en asamblea, aclara el portavoz del 15M. No obstante, el movimiento apoya esta ocupación como una acción de protesta «contra la especulación y contra la existencia de espacios vacíos».

El grupo que entró en el hotel asegura que encontraron el edificio «en muy buenas condiciones» y que decidieron tomarlo «para darle un uso social». Cuenta con cinco plantas, sótano y dos azoteas y pertenece a la inmobiliaria Monteverde, empresa que se encuentra en concurso de acreedores.

Esa ocupación de Madrid e iniciativas similares desarrolladas en Barcelona se dieron también en otros puntos del planeta. Según confirmó la Comisión de Internacional de Acampada Sol, en Berlín, la capital de Alemania, se ha establecido una acampada ante el Parlamento germano. En Sydney, ciudad de Australia, unas 2.000 personas acamparon la noche del sábado. En Bruselas, se permitió una acampada de una noche.

Los «indignados» de Londres anunciaron en la tarde de ayer que mantendrán su acampada frente a la catedral de Saint-Paul por segunda noche consecutiva.

Roy Alexander, uno de los coordinadores de la protesta, dijo que los manifestantes permanecerán en esa zona del este de la ciudad, en pleno distrito financiero, «indefinidamente». Ya hay un centenar de tiendas de campaña junto al templo y se han instalado lavabos, cocinas y generadores eléctricos.

Medio centenar de manifestantes ya pasaron una primera noche acampados en las inmediaciones de Saint-Paul, alguno de cuyos sacerdotes ha expresado su apoyo a la protesta. La intención de los manifestantes era ocupar la plaza donde se ubica la Bolsa de Valores, pero no pudieron hacerlo por restricciones legales y decidieron instalarse en la cercana catedral.

Muchos observadores perciben un importante cambio cualitativo en las movilizaciones del fin de semana. «Evidentemente, existe ahora un movimiento internacional», afirmaba el editorialista de «La Repubblica» Eugenio Scalfari. «Expresa la cólera de una generación sin futuro ni fe en las instituciones tradicionales, políticas, pero también financieras, que son consideradas responsables de la crisis y que se aprovechan de los daños causados al bien común», según la lectura del editorialista.

El gobernador del Banco de Italia, Mario Draghi, ex directivo de Goldman Sachs, símbolo de los desarreglos de las finanzas anglosajonas, que el próximo mes asumirá la presidencia del Banco Central Europeo, dio la razón a los indignados. «Están encolerizados contra el mundo de las finanzas. Los comprendo», añadió Draghi a periodistas italianos el sábado al margen de una reunión de finanzas del G20 en París.